Salud mental en tiempos de Coronavirus

13 de Abril 2020 Noticias

Hace un tiempo, especialmente en el mundo de los negocios, se dice que vivimos en un “mundo  VICA”: Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo. Las necesidades de adaptación -en todo ámbito- planteadas por el Coronavirus, renueva con fuerza esta afirmación. El complejo escenario planteado a nivel mundial por el COVID-19 no solo inquieta a la población en términos de salud. También, ha obligado en muchos casos al aislamiento social y ha exigido que aprendamos nuevas formas de continuar operando, ya sea en el plano laboral o de los estudios.

En esta serie semanal, la académica de la Escuela de Negocios UAI, Naisa Gormaz (Ph.D en Psicología de la P. Universidad Católica y Master of Arts en Psicología Organizacional de la Universidad de Columbia), aborda diferentes aspectos ligados a este complejo escenario: desde consejos prácticos para que los colaboradores se adapten a la nueva realidad del teletrabajo, recomendaciones para que los líderes de las organizaciones gestionen de una manera eficiente equipos a distancia, hasta tips para que los estudiantes aprovechen al máximo las ventajas que la tecnología digital ofrece para continuar con su proceso educativo.

Comenzamos esta serie de entregas con un tema que está en el trasfondo de todas estas situaciones y que tiene que ver con un aspecto muy importante de cuidar en todo momento: nuestra salud mental.

“Desde el punto de vista psicológico y de las neurociencias cognitivas, en esta circunstancia inédita y compleja hay que considerar primeramente que los niveles de ansiedad y estrés en gran parte de la población van a estar mucho más elevados y por un tiempo indeterminado. Esto impacta directamente en la forma en que pensamos, evaluamos la realidad y tomamos decisiones”, explica la psicóloga.

“Ante circunstancias de amenaza se activa en nuestro cerebro una respuesta de ‘lucha o huida’ que busca mantenernos vivos; al preparar al cuerpo para enfrentar una amenaza, liberando sustancias como adrenalina y cortisol, pero que está diseñada para emergencias que ocurren en un momento determinado (por ejemplo, un terremoto o un incendio). Lamentablemente la situación actual de pandemia implica una amenaza más bien difusa y extendida en el tiempo, que podrían mantener al organismo en tensión, sin posibilidad descansar y reponerse, a menos que se tomen acciones para manejarla. Esta respuesta también disminuye la actividad de las áreas ‘más pensantes’ del cerebro, generando a veces cierta visión de túnel. Es por eso que puede ser que digamos o hagamos cosas que a veces no son las más adecuadas y por ello es importante ser más pacientes con nosotros mismos y los demás, y tomar las previsiones necesarias respecto a, por ejemplo, cuándo y cómo tomamos decisiones y cómo vamos a interactuar con los demás”, añade.

– Desde la perspectiva de la psicología clínica, ¿qué recomendación práctica se le podría dar a las personas para sobrellevar esta situación de una buena forma desde el punto de vista de la salud mental?

 -Lo primero es tener una rutina. Esto es esencial, pues nos da una sensación de control sobre nuestro ambiente, muy importante para la salud mental, especialmente en situaciones de poco control en todo lo demás. Ella nos ayuda a saber qué hay que hacer sin tener que estar tomando decisiones constantemente (lo cual desgasta la capacidad cognitiva diaria). Dentro de lo posible, tratar de mantener la rutina de vestirse y arreglarse como lo haríamos usualmente.

 “También se vuelve muy importante tener una ‘dieta de información’ equilibrada”, añade Naisa. “Si bien es muy útil estar informado, hay que tener precaución de sobreexponerse a las noticias, pues gran parte de ellas presentan información negativa, alarmante o que produce rabia (estudios muestran que dichas reacciones son muy buscadas pues aumentan el nivel de audiencia), y sobre las que se tiene poco o ningún control, lo cual aumenta los niveles de estrés. También tratar de ver TV de forma moderada. Un estudio de la U. de Texas, Austin, encontró una correlación positiva entre ver TV gran cantidad de horas con síntomas depresivos, soledad y culpa”.

 Los 4 focos de Berkeley

 La psicóloga Naisa Gormaz complementa estos consejos con “4 focos” en los cuales el ‘Greater Good Science Center’ de la U. de Berkeley recomienda trabajar . ¿Cuáles son?

  • Ejercicio: Es esencial hacer algún tipo de actividad física consistente, que puede ser muy sencilla (p.e. estirarse, caminar en el lugar mientras se ve TV, etc.). Pues el ejercicio correlaciona con mayor bienestar físico y mental (eleva los niveles de serotonina, dopamina y endorfinas) y disminuye la presencia de hormonas del estrés, mejora la función cardiaca y refuerza el sistema inmune. También aumenta el Factor neurotrófico derivado del cerebro que promueve la capacidad cerebral de generar nuevas células nerviosas.
  • Comer equilibradamente: preferir en lo posible comidas con carbohidratos complejos (p.e. arroz integral), verduras, frutas, legumbres y carnes y grasas de buena calidad (p.e. pescados, pollo, huevos, etc.). Y tomar mucha agua durante el día. Evitando si se pude comidas con mucha azúcar o muy procesadas.
  • Conexión social: es más importante que nunca, pues como se mencionó las personas necesitan sentirse conectados con otros, ser vistos y comprendidos. Sentirse solo tiene efectos muy nocivos en la salud mental y corporal, en tanto, el contacto social significativo baja el nivel de estrés y la presión arterial. Es recomendable ser intencional al respecto, programando conversaciones con amigos y familia diariamente. Es muy relevante ser sincero sobre cómo nos estamos sintiendo y escuchar con atención lo que le pasa al otro y ofrecerse apoyo mutuamente. En esta línea, ser fuente de ayuda a otros es tan importante como recibirla.
  • Darse espacio para ‘ser’ en medio de todo el hacer que implica esta situación. Esto permite que el sistema nervioso pueda ‘calmarse’ y volver a su línea base de activación. Leer un libro, mirar por la ventana, meditar o incluso ver una comedia son útiles. Aceptando que no podemos hacer todo lo que hacemos normalmente, que estamos en una situación sumamente desarticuladora, disruptiva, que exige grandes esfuerzos de adaptación -lo que es agotador- y cuyo devenir desconocemos. Donde es crucial ser más pacientes y compasivos con nosotros mismos y los demás, reconociendo y aceptando las emociones de temor, de cansancio, de tedio, de rabia, que seguramente van a aparecer. Pero también considerando nuestra enorme capacidad de adaptarnos, de enfocarnos en los aspectos positivos y los que podemos controlar de nuestra realidad, de cultivar vínculos significativos, de aprender y crecer en circunstancias adversas.

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