19 de marzo de 2019
Trastornos como depresión y desórdenes emocionales han incrementado en los jóvenes, según datos del Departamento de Estadísticas del Ministerio de Salud, las consultas por este tipo de trastornos han aumentado en un 10% en jóvenes.
¿Parte de este incremento tiene relación con los jóvenes y el uso de redes sociales?
Las perspectivas son diversas, por una parte, el profesor de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo UAI, Luis Enrique Santana, señala que “tenemos que tener en cuenta que siempre va a haber un número de personas, niños o adultos, que requieren de más apoyo profesional en salud mental. Eso pasó antes de que existieran las RRSS y seguiría pasando si no hubieran redes sociales”.
Sin embargo, sostiene que “el hecho de que hayan más consultas puede implicar que los padres están más atentos de las necesidades o que hay una sensibilidad social que no estigmatiza a los que consultan, por lo tanto hay menos rechazo”. A su vez, el análisis respecto al entorno y la importancia que tiene el mundo digital en los jóvenes, permite esclarecer que hoy, las redes sociales constituyen parte de la realidad social de las personas, lo que inevitablemente tendrá repercusiones en la salud mental o relación con el entorno de los jóvenes.
Es así como Juan Flores, académico de la Escuela de Psicología UAI, señala que “las redes sociales son los espacios que nuestra sociedad ofrece como lugar de contacto y proximidad, y para los adolescentes es un espacio de pertenencia donde la imagen juega un rol importante. La imagen es por excelencia el vehículo en el que transita la posibilidad de pertenencia e identidad, por ello parte del sufrimiento y el conflicto se expresa a través de los ejes que remiten a la imagen”.
En este sentido, la pertenencia, la identidad y la conexión con otros se juegan en estos espacios digitales, y los jóvenes quedan expuestos a las aprobaciones grupales, a la exclusión y la soledad, por eso, “los otros virtuales se convierten en el espejo de un sí mismo frágil y expuesto a la aprobación de un grupo virtual. Todo esto crea un gran impacto e influencia en el psiquísmo adolescente, convirtiéndose en un escenario de evaluación permanente”, asegura el profesional.
Pero, ¿cómo hacerse cargo de esta problemática?
La forma en la que los adolescentes de hoy están desarrollándose es más demandante que la de otras épocas, y los adolescentes son conscientes de eso, de que todo es público por defecto y que las cosas privadas requieren mucho esfuerzo, por eso, acota Santana, “es importante entender que los adolescentes son más autónomos que los niños, pero de todas formas no son adultos, ellos requieren y demandan la guía de quienes se suponen deben acompañar su desarrollo”, Flores comparte la idea, y señala que “el control y conocimiento de lo que hacen los hijos debe ser una preocupación de los padres, es fundamental el desarrollo de confianzas y comunicación fluida, conocer los hábitos del uso de internet, sus actividades y qué redes sociales usan”.
La experiencia de los padres o tutores tiende a ser lejana a las redes sociales, quienes, según dice Santana, a veces deciden dejar solos a los adolescentes en la exploración de las nuevas tecnologías, creyendo que son más competentes, pero no es así, “los adultos no debemos “prevenir” que los adolescentes se incorporen a las redes o se expongan, sino que debemos monitorear y acompañarlos para ir ayudándoles a evaluar riesgos”, agrega.
Así mismo, la comunicación es un herramienta clave para prevenir, “es vital construir tener espacios donde la familia comparta experiencias y cotidianidades, esto es fundamental para generar espacios de habla que permitan aconsejar y orientar”, afirma Juan Flores.