¿Qué es un tesoro humano vivo?

Con el propósito de dar a conocer la importancia de un tesoro humano vivo (THV) para el patrimonio nacional y mundial, la académica de la Facultad de Artes Liberales, Macarena Roca, presentó su cuento infantil “Domitila: encantadora de las aguas” a estudiantes de Kínder del Colegio San Fernando en la Biblioteca San Luis de la comuna de Peñalolén.

“Surge en el momento en que a través del Centro de Estudios del Patrimonio de la UAI comencé a estudiar varios cultores individuales y grupales de nuestro patrimonio inmaterial que no eran conocidos en el país. Estos THV tienen oficios e historias maravillosas que  – pensé – serían maravillosas para los primeros lectores”, sostiene su autora.

La obra se basa en la historia de Domitila Cuyul, mujer de noventa años que vive en Chiloé y es la última Maestra de Paz del pueblo huilliche, que significa “ser un puente entre las tradiciones de los mapuches del sur de Chile y la ritualidad cristiano católica”. Este rol de mantener las costumbres de su pueblo la hizo ser reconocida por la UNESCO el año 2014, como Tesoro Humano Vivo de Chile y el mundo.

Para Roca hacer este tipo de actividades le permite acercar a los niños a la cultura chilena y enseñarles el valor de personajes como Domitila: “en la medida que antes conozcamos de nuestro patrimonio, más responsabilidad tendremos como chilenos para cuidar y transmitir nuestros valores culturales”.

La recepción de los estudiantes fue para la académica FAL “una experiencia fantástica” y comenta que además de ser un grupo muy alegre, participaron activamente durante la actividad: “contaban sus propias experiencias sobre las preguntas que les iba realizando e incluso dos pequeños ya sabían leer a su temprana edad y tomaron parte activa en la presentación”.

Asimismo, para Roca – quien pronto lanzará un nuevo libro para primeros lectores sobre patrimonio- , este tipo de instancias “es vital”, no solo para que los niños salgan de la sala de clases y acudan a centros culturales y bibliotecas públicas, sino porque es allí donde los investigadores universitarios tienen que llevar sus trabajos. “Hay que recordar la máxima que dice: Para educar un solo niño se necesita de toda una aldea”, concluye.

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