Trabajo a la deriva: Los riesgos de la automatización
Académico Pablo Egaña participó en el Congreso Futuro 2021.
20 de enero de 2021
El profesor y director fundador del nuevo Magíster en Negocios Sostenibles de la Escuela de Negocios UAI, Pablo Egaña, economista y Ph.D. en Desarrollo Económico Sustentable de Columbia University, participó en la X versión de Congreso Futuro, como expositor del panel “Trabajo a la Deriva” donde compartió escenario con Carl Benedikt Frey, destacado profesor de la Universidad de Oxford; Francisca Jünemann, Presidenta y co-fundadora de la Fundación ChileMujeres y Darrell West, Vicepresidente de la Brookings Institution, autor, politólogo y comentarista político estadounidense.
El panel ahondó en las claves para entender cómo funcionará el trabajo en el futuro, considerando la revolución 4.0 y la pandemia, que rompió los esquemas establecidos. ¿Cómo se rediseñará el trabajo y cuál será el rol de la automatización?
El profesor Egaña ahondó en cómo la automatización afectará en especial a los países en desarrollo, y cómo la pandemia ha sido un catalizador de este cambio. En ese sentido, contó que hay dos dimensiones de entender el futuro del trabajo. Una se relaciona con todos los cambios que trae la sostenibilidad: “Estamos enfrentando problemas masivos a nivel económico, social y medioambiental. El cambio climático y el problema de la sostenibilidad va a afectar directamente el mercado del trabajo, podemos pensar en inundaciones, sequías, incendios forestales y también en forma indirecta, a través de las regulaciones y en políticas destinadas a combatir el cambio climático, impuestos ecológicos o políticas de reducción de emisiones.” Lo bueno, dice el profesor, es que la evidencia comparada muestra que el efecto neto en el empleo va a ser positivo “de la mano de creación de empleo en la economía circular, energía renovable, turismo sustentable entre otros. La historia se pone compleja cuando uno se pone a estudiar la digitalización, la inteligencia artificial, la robótica la internet de las cosas, el procesamiento masivo de datos, etc,” es decir, una segunda dimensión de entender el futuro del trabajo se relaciona con la revolución industrial 4.0.
El doble efecto de la revolución tecnológica
El profesor habló de dos efectos de esta revolución tecnológica: por una parte, deja a muchos modelos de negocios obsoletos, y por otra, crea múltiples posibilidades en crear valor en nuevas formas. “Van a haber empleos que se van a destruir y otros serán creados. Entonces ¿cómo podemos transitar mejor en esta revolución en vez de tratar de impedir los cambios?” Hay que considerar las tecnologías que se están empelado en el mercado laboral (y otras que se están generando) que reemplazan tareas de los trabajadores y que eventualmente los van a terminar desplazando.
Lamentablemente en ese sentido, dijo, la evidencia para países en desarrollo es más desalentadora que la de los países de la OECD, si se considera el índice promedio de automatización (este índice fue inventado por el profesor Carl Frey y Michael Osborne con el fin de estimar cuál es la probabilidad que una ocupación sea automatizada. El profesor Egaña junto a un grupo de investigadores lo extendieron y lo transformaron a tareas que tienen posibilidad de ser automatizada).
El índice promedio de automatización en los países en desarrollo es más del doble y, por otro lado, la fracción de trabajadores que tienen alto riesgo de perder su trabajo es mayor a 70%.
¿Cómo la pandemia está acelerando estos cambios?
Las economías en desarrollo se vislumbran más desoladoras y con una capacidad de respuesta más débil.
Automatización por género en Chile
En cuanto a género, los índices son menores para mujeres que para hombres, “lo que es una muy buena noticia que viene de la mano de dos factores”, dice el profesor. Una, las ocupaciones que históricamente han desarrollado las mujeres en países como Chile: cuidado de ancianos y educación básica tienen menos riesgo de ser automatizadas. Por otro lado, se relaciona con las funciones que desarrollan las mujeres en el mundo laboral. Por ejemplo, en un banco, si un hombre realiza tareas de finanzas, una mujer con un mismo cargo desarrolla tareas más de recursos humanos, de liderazgo y comunicación. “Esto por lo menos es una buena noticia a corto plazo para las mujeres, al menos en lo que respecta solo a la automatización”.
Otra historia es lo que ha pasado en la pandemia, donde la tendencia ha ido en dirección contraria y las mujeres han sido las más perjudicadas. “Lo que hemos observado es que la pandemia es que cae el empleo tanto para hombres como para mujeres, cae más donde la posibilidad de automatización es más alta, lo que va en línea con la hipótesis que la pandemia está acelerando la transformación digital.” Sin embargo, el indicador muestra que los hombres comenzaron a recuperarse en septiembre, pero las mujeres se mantienen planas, lo que ratifica que en ellas el efecto de la pandemia podría ser más permanente. No se recuperan tan rápido el empleo femenino y existen varias hipótesis del por qué: a una mala repartición de labores en el hogar que las perjudica más a ellas y también el cierre de algunos establecimientos de cuidado de infantes, educacionales donde se desempeñaban, por ejemplo, indica el profesor.
En cuanto a las habilidades, ¿por qué descomponer las habilidades y las tareas y no solo referirse la ocupación? “Es para entender dónde debemos enfocarnos en el futuro para minimizar los riesgos de automatización. Un elemento común entre hombres y mujeres es que un mayor nivel de educación superior viene a ser una especie de seguro, lo que no quiere decir que las carreras profesionales no tengan riesgo de automatización, sino que más bien el tener un mayor nivel de educación en promedio permite navegar mejor o cambiar las tareas que haces en tu mismo trabajo”, explicó Egaña. Lo mismo ocurre con las habilidades de gestión y comunicación, por lo que “focalizarse en enseñar comunicación y gestión a todo nivel educativo empieza a ser una especie de seguro para no caer en riesgo de automatización en el futuro. En los hombres, vemos que la capacidad de autogestión y dominio de tecnologías de la información es positivo y, en mujeres, la disposición para aprender y la creatividad.”
Automatización por diversidad geográfica en Chile
La segunda diversidad a la que el profesor se refirió es la geográfica. “Estos procesos de automatización y la revolución 4.0 tiene un efecto heterogéneo a nivel de territorios. Esto lo vemos a nivel de provincia en una misma región, por ejemplo, en Valparaíso. En la provincia de San Antonio el riesgo alto de automatización es cercano del 10%, porque son zonas de servicio, muy tecnologizadas como los puertos, pero otras provincias como San Felipe, Petorca -de vocación más agraria- un 30% de los trabajadores presenta alto riesgo de automatización a corto plazo.” Peor aún, dice Egaña, el índice muestra que las desigualdades territoriales van a tender a agravarse, por lo que hay que tener ojo para ir pensando en políticas públicas para pensar el desarrollo de estos territorios.
A las zonas zonas geográficas con un alto índice de trabajo remoto, la pandemia no le pone tanta presión, y, por el contrario, zonas geográficas donde el índice de trabajo remoto es bajo, la pandemia le pone mucha presión para los sectores productivos y empresas para transformarse.
Automatización por sectores productivos en Chile
Esto está en directa relación con los sectores productivos: en los sectores de servicio, administración pública, finanzas, educación o servicios sociales, existen bajos índices de automatización, relativamente alta capacidad de trabajo remoto y están ubicados típicamente en la Región Metropolitana y grandes ciudades.
Por el contrario, las zonas con alto nivel de riesgo de automatización y baja capacidad de trabajo remoto tienen una gran vocación en pesca, minería, agricultura y la fuerza laboral es bastante grande. “Entonces tenemos sectores donde hay mucha tecnología disponible para automatizar, hay territorios donde su vocación está enfocada en estos sectores y donde además hay mucha fuerza laboral, sectores donde tenemos particularmente que poner ojo a futuro para facilitar la transición.”
¿Qué hacer ante esta realidad?
Lo primero que se puede hacer, argumentó el profesor Egaña, es una revolución educativa con foco en habilidades que reduzcan estos riesgos tanto en hombres como en mujeres, como creatividad, autogestión, gestión y comunicación y talento digital. Esto solo orientado a reducir los riesgos de automatización, pero también se debe sumar el tema de la sostenibilidad ambiental y social. “También necesitamos aprendizaje continuo y capacitación, esto a todo nivel, y formación de capital humano avanzado en áreas estratégicas para Chile.”
Por otro lado, el académico señaló que se hace necesario estudiar políticas de fomento territorial y hacer atractivo los diversos territorios para evitar la híper concentración del trabajo en Santiago. Además, “tenemos que estudiar cómo suavizar la transición laboral para los sectores económicos y ocupaciones con alto riesgo de automación; incentivar desarrollos tecnológicos que creen y protejan el trabajo, y así mismo limitar aquellos cambios tecnológicos que exclusivamente reducen el empleo sin siquiera aumentar la productividad.” Por último, el profesor señaló que hay que mejorar la institucionalidad para darle más poder y seguridad a los trabajadores, por ejemplo, se ha hablado de ingresos universales, o de cómo representar a trabajadores que quedan atomizados como en las apps de taxis o deliverys, etc.
Recuerda que puedes ver la presentación completa del profesor Egaña en Congreso Futuro 2021 la parte superior de esta nota, específicamente a partir de la hora y 43 minutos del video.