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Investigador UAI crea proyecto de tecnología orgánica que reduce hasta 10 veces el consumo de energía

Se trata de un estudio desarrollado por el académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias UAI, Felipe Larraín, en el Georgia Institute of Technology (GT).

12 de febrero de 2021

Felipe Larraín, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias (FIC) de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), fue parte del equipo que impulsó un proyecto que desarrolla una novedosa tecnología flexible con aplicaciones en eficiencia energética en edificaciones, así como monitoreo eficiente y no invasivo de indicadores biométricos en tiempo real.

Se trata de un revolucionario estudio, que incluso ha sido destacado a nivel internacional por la Revista Science, que abarca el diseño de un dispositivo que detecta la luz reemplazando el silicio por tintas de origen orgánico. Un proyecto que abre importantes oportunidades para el desarrollo del mercado de la electrónica orgánica en Chile y su impacto en el sector energético y de salud.

La investigación- que fue desarrollada durante siete años en el Georgia Institute of Technology (GT)- por Felipe Larraín, doctor en Ingeniería eléctrica y actualmente académico de la FIC UAI, junto a Canek Fuentes-Hernández, investigador científico del Departamento de Ingeniería Eléctrica de GT y el profesor Bernard Kippelen, impulsa una tecnología desarrollada que podría aplicarse en adhesivos semitransparentes que producen energía en edificaciones inteligentes y sostenibles, así como en la piel humana, para monitorear signos vitales en forma cómoda y energéticamente eficiente.

Según explica Larraín, la electrónica orgánica ofrece grandes avances para la ciencia y sobre todo “en el sector de la salud, donde la misma tecnología permite desarrollar adhesivos flexibles que se pueden aplicar en segundos a un paciente en urgencias o a un recién nacido. Estos adhesivos son 10 veces más eficientes que los sensores actuales de silicio, y reemplazarían cables y aparatos rígidos para monitorear al paciente y tomar decisiones clínicas, simplificando la labor del personal”.

A diferencia del silicio, considerado el pilar de la industria electrónica convencional, los semiconductores orgánicos son moléculas producidas mediante síntesis química y pueden ser procesados a partir de soluciones líquidas a temperaturas menores de 150 grados Celsius. Por ello, estos materiales son compatibles con la manufactura industrial a gran escala, sugiriendo la irrupción de estas tecnologías en el futuro cercano en dispositivos electrónicos de bajo costo, livianos, flexibles y potencialmente biodegradables.

Para Felipe Larraín, “la electrónica orgánica y los materiales híbridos orgánicos-inorgánicos representan una oportunidad única para nuestro país. La invitación está abierta para que investigadores chilenos se sumen al desafío de desarrollar tecnología con estos materiales. A diferencia de la electrónica convencional dominada por Norteamérica o Corea, existe un espacio para hacer contribuciones relevantes en tecnologías menos maduras comercialmente y con barreras de entrada mucho menores en términos de la infraestructura que se requiere para su manufactura, como la electrónica orgánica”.

Este hallazgo constituye un hito en la detección de luz con fotodiodos orgánicos y abre significativas oportunidades para nuevas aplicaciones no solo en la salud, sino también en otros sectores e industrias.

12 de febrero de 2021

Felipe Larraín, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias (FIC) de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), fue parte del equipo que impulsó un proyecto que desarrolla una novedosa tecnología flexible con aplicaciones en eficiencia energética en edificaciones, así como monitoreo eficiente y no invasivo de indicadores biométricos en tiempo real.

Se trata de un revolucionario estudio, que incluso ha sido destacado a nivel internacional por la Revista Science, que abarca el diseño de un dispositivo que detecta la luz reemplazando el silicio por tintas de origen orgánico. Un proyecto que abre importantes oportunidades para el desarrollo del mercado de la electrónica orgánica en Chile y su impacto en el sector energético y de salud.

La investigación- que fue desarrollada durante siete años en el Georgia Institute of Technology (GT)- por Felipe Larraín, doctor en Ingeniería eléctrica y actualmente académico de la FIC UAI, junto a Canek Fuentes-Hernández, investigador científico del Departamento de Ingeniería Eléctrica de GT y el profesor Bernard Kippelen, impulsa una tecnología desarrollada que podría aplicarse en adhesivos semitransparentes que producen energía en edificaciones inteligentes y sostenibles, así como en la piel humana, para monitorear signos vitales en forma cómoda y energéticamente eficiente.

Según explica Larraín, la electrónica orgánica ofrece grandes avances para la ciencia y sobre todo “en el sector de la salud, donde la misma tecnología permite desarrollar adhesivos flexibles que se pueden aplicar en segundos a un paciente en urgencias o a un recién nacido. Estos adhesivos son 10 veces más eficientes que los sensores actuales de silicio, y reemplazarían cables y aparatos rígidos para monitorear al paciente y tomar decisiones clínicas, simplificando la labor del personal”.

A diferencia del silicio, considerado el pilar de la industria electrónica convencional, los semiconductores orgánicos son moléculas producidas mediante síntesis química y pueden ser procesados a partir de soluciones líquidas a temperaturas menores de 150 grados Celsius. Por ello, estos materiales son compatibles con la manufactura industrial a gran escala, sugiriendo la irrupción de estas tecnologías en el futuro cercano en dispositivos electrónicos de bajo costo, livianos, flexibles y potencialmente biodegradables.

Para Felipe Larraín, “la electrónica orgánica y los materiales híbridos orgánicos-inorgánicos representan una oportunidad única para nuestro país. La invitación está abierta para que investigadores chilenos se sumen al desafío de desarrollar tecnología con estos materiales. A diferencia de la electrónica convencional dominada por Norteamérica o Corea, existe un espacio para hacer contribuciones relevantes en tecnologías menos maduras comercialmente y con barreras de entrada mucho menores en términos de la infraestructura que se requiere para su manufactura, como la electrónica orgánica”.

Este hallazgo constituye un hito en la detección de luz con fotodiodos orgánicos y abre significativas oportunidades para nuevas aplicaciones no solo en la salud, sino también en otros sectores e industrias.