¿Hasta qué punto creemos que la ciencia es más fácil para los hombres?
Alumno de Psicología, Joaquín Migeot, se adjudica fondo para estudiar los estereotipos creados en torno a las facilidades pedagógicas según el género.
14 de enero de 2021
Las sociedades configuran diferentes creencias que se repiten por generaciones y que se terminan convirtiendo en estereotipos. Uno de ellos es creer que las mujeres están hechas para las humanidades y los hombres para la ciencia, ¿cómo surge este estereotipo? El estudiante de quinto año de Psicología, Joaquín Migeot se adjudicó un fondo de la Universidad de O'Higgins y participa en un FONDEF junto al académico de la misma institución, para estudiar el estereotipo género-ciencia alojado en las sociedades.
Joaquín acaba de finalizar el Magíster en Psicología Social y su experiencia de trabajo conjunto con el Centro de Neurociencias Social y Cognitiva, lo llevó a trabajar en conjunto con David Gómez, Director del Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de O’Higgins, con quien desarrolla este proyecto de investigación, que busca generar una prueba que pueda medir el estereotipo implícito recién mencionado. “Actualmente se desconoce la manera en que este estereotipo está impreso en el lenguaje de las personas a nivel individual, lo cual nos podría brindar información relevante sobre la manera en que aquel estereotipo implícito género-ciencia se da en las personas, pudiendo ser un conocimiento relevante en cuanto al diseño e implementación de estrategias para modificarlo y promover actitudes que sean socialmente saludables”, explica el estudiante.
La razón por la cual Joaquín se interesó en profundizar en esta problemática es “por la enorme calidad académica de investigadoras quienes he conocido en el transcurso de mi carrera profesional, tales como Alejandra Neely, Claudia Duran-Aniotz y María Josefina Escobar, con quienes trabajo en el Centro de Neurociencia Social y Cognitiva, al igual que Sol Fittipaldi e Indira García-Cordero, investigadoras del Centro de Neurociencias Cognitivas de la Universidad de San Andrés (Argentina) con quienes colaboro”, agrega, ya que explica que el esfuerzo por posicionarse ha sido mayor que el de hombres en la ciencia, lo cual “considero una injusticia social tremenda. En este sentido, pienso que la generación de conocimiento científico sobre esta problemática puede ser una herramienta útil para promover una academia inclusiva, irrespectivo del género de quien se desarrolle dentro de aquella”, explica.
Desde la UAI, uno de los principales pilares es el fomento de la investigación, y la Escuela de Psicología transmite –a través de diferentes instancias- el valor de crecer en esta área. En particular, Joaquín cuenta que lo que más rescata de la escuela para fomentar su interés en la investigación y neurociencias, es “el tan buen recibimiento del Centro de Neurociencia Social y Cognitiva cuando, al momento de ser un estudiante de segundo año de psicología con pocos conocimientos sobre neurociencia e investigación, les pregunté sobre la posibilidad de ser incluido en las actividades que allí se desarrollaban y tanto David Huepe como Sergio Chaigneau nos integraron a sus respectivos equipos de investigación y participamos en diversos en proyectos, inclusive ofreciéndonos la oportunidad de postular a proyectos autónomos, como el fondo de Formación de Estudiantes en Investigación (FEI) que ofrece la UAI”, cuenta Joaquín.
Junto a otros compañeros, lograron adjudicarse 2 años seguidos este fondo interno, siempre con el apoyo del profesor Sergio Chaigneau, “sin duda alguna, toda la formación ofrecida, guía sobre futuros proyectos a realizar y la tutoría informal que me ha ofrecido el Centro de Neurociencia Social y Cognitiva ha sido el elemento más relevante en cuanto al desarrollo de mi carrera como investigador en neurociencia”, comenta.