Ingenieras comerciales UAI ganan desafío mundial de cambio climático
“Follow the Sun 2021”, convocado por la organización holandesa Circular Challenge, reunió a cinco equipos, uno por continente.
3 de febrero de 2021
Un grupo de seis jóvenes representó a Chile y conquistó el primer lugar en el concurso “Follow the Sun 2021”; un desafío internacional liderado por la organización holandesa Circular Challenge en el marco de la Cumbre de Adaptación Climática 2021 de la ONU. Cinco equipos, uno de cada continente, diseñaron y presentaron una solución para hacer frente al aumento del nivel del mar, producto del cambio climático. El grupo chileno fue coordinado por Florencia Ortiz, ingeniera comercial UAI y Master’s in International Management Cems (Copenhagen Business School), y estuvo integrado por la también ingeniera comercial de la Universidad Adolfo Ibáñez y Magíster en Administración y Estrategia con mención en sustentabilidad de la misma casa de estudios, Montserrat Abud, en compañía de Camilo Sánchez (U. de Chile), Daniela Stange (Blekinge Institute of Technology), Luisa Barrero (Universidad de la Salle, Colombia), Pedro Bulnes (PUC) y Victoria Aguayo (Universidad del Pacífico). Junto a ellos, participaron en el certamen jóvenes de Australia, Holanda, India y Kenia. Tras analizar diversas alternativas y con la asesoría que expertos y expertas ofrecieron a los equipos, el grupo chileno diseñó un producto basado en la naturaleza. Se trata de un sistema de reforestación de algas que asegura su crecimiento desde el fondo del mar hasta la superficie, lo que en su conjunto es capaz de reducir la energía mecánica de las olas. Como afirman sus creadores, “además de frenar la fuerza del oleaje, BoSkelp (el producto) favorece el desarrollo de la biodiversidad, contribuye a la captura de CO2 y representa una oportunidad económica justa para miles de comunidades pesqueras a lo largo de Chile”. Este componente social, sumado a la factibilidad de ejecución, fue clave para que el equipo chileno se llevara el primer lugar, según comentó el jurado del concurso. “Nos dimos cuenta que los bosques de algas eran la mejor barrera para disminuir la energía de la ola. Por lo que creamos un producto enfocado en la reforestación”, detalla Montserrat Abud. Sincronía y diversidad El equipo chileno llegó a participar en el concurso a través de la exalumna de Ingeniería Comercial UAI Florencia Ortiz, quien había sido parte, con anterioridad, de un desafío local llevado a cabo también por la organización holandesa Circular Challenge. ¿Cómo contactó a sus integrantes? Cuenta Florencia: “Siempre he creído firmemente en el valor de la colaboración y el networking. Es por esto que hace ya un tiempo para todos mis proyectos me apoyo en mis redes, y estoy siempre abierta y receptiva para hacer crecer mi red. Envié a todos mis grupos la convocatoria, sobre todo a los relacionados al mundo de la sostenibilidad y la innovación social. Es así como las personas que conformaron el grupo chileno me contactaron personalmente y tras un par de conversaciones con cada uno, cree el equipo”. “Mi único deseo personal era que el equipo fuera lo más diverso posible, y como creo mucho en las sincronías de la vida, llegaron seis personas de carreras, países, edades y formas de pensar diferentes. No tuve la necesidad de dejar a personas afuera ni tampoco de captar a más; llegaron el número justo que necesitaba y de los perfiles diversos que visualizaba”, agrega. La integrante del equipo nacional y también ingeniera comercial UAI, Montserrat Abud, complementa: “El grupo lo formamos tres semanas antes del inicio del concurso. En ese tiempo, nos dedicamos a investigar sobre la situación en Chile respecto al aumento del nivel del mar, nos juntamos tres veces para conocernos y organizarnos. Luego el concurso duró una semana hasta la presentación final”. “Todo el desafío fue en modalidad Zoom. Durante la semana del concurso teníamos reuniones con expertos de 8 a 9 de la mañana, en la tarde un feedback con los organizadores y reunión con los equipos de otros países, con la intención de conocernos y también presentar nuestros proyectos, para así generar un trabajo colaborativo”, añade. A pesar de la sincronía que los acompañó en la conformación del equipo, en lo práctico la coordinación no siempre fue fácil. “Lo más complicado para coincidir fue la reunión con los equipos de otros países debido a la diferencia de horarios, pero siempre logramos coordinarlo, ya que todos teníamos mucha disposición y flexibilidad”, señala Montserrat. “Es increíble lo que se logró sin estar presentes físicamente, el concurso es un claro ejemplo de la factibilidad del trabajo remoto, ya que se debía coordinar la participación de países de distintos continentes con diferentes horarios, culturas, realidades, etc. y el resultado fue increíble. Todos los equipos lograron desarrollar muy buenos proyectos en tan solo una semana, generando además una importante red de contactos a nivel global”. Pensamiento crítico y conciencia global Sobre qué le aportó el modelo educativo de la Universidad Adolfo Ibáñez, primero para motivarse a participar en la versión del concurso en Holanda y luego para coordinar, en su fase internacional, al equipo chileno, Florencia Ortiz cuenta: “Creo que el modelo de Artes Liberales de la UAI entrega por sobre todo el mindset necesario para enfrentar el mundo actual. Necesitamos personas adaptables, versátiles, abiertas de mente, críticas, que sepan comunicar, que tengan creatividad, que sean resilientes, que se atrevan a vivir experiencias que las saquen de su zona de confort”. En este sentido, “personalmente creo que las Artes Liberales potenciaron en mí esas habilidades personales que me han llevado a ser una profesional emprendedora, innovadora, abierta de mente, siempre buscando nuevas experiencias y cumpliendo diversos roles dentro de los proyectos de los que soy parte. En mi caso, la comunicación efectiva y el liderazgo son dos habilidades que utilizo a diario en mis proyectos y que en esta iniciativa en particular, me aportaron la capacidad de reclutar, coordinar y apoyar a un equipo que no se conocía, hacia un propósito en común, y terminar ganando el challenge”, agrega. Por su parte, Montserrat Abud comenta: “Una herramienta que me brindó la universidad es la creatividad, el pensar sin límites, eso me ha impulsado a buscar siempre la innovación en mis proyectos y tener una mirada disruptiva respecto a la vida. A no dar todo por sentado y buscar soluciones a las distintas problemáticas que existen en la sociedad de hoy en día”. Además de las habilidades adquiridas gracias al modelo de la UAI, la ingeniera comercial cuenta que fueron fundamentales las herramientas que le entregó su especialización a través del Magíster en Administración y Estrategia con mención en sustentabilidad, que cursó en la misma universidad, al final de la carrera. “Siempre he tenido mucha motivación por proyectos sociales y medioambientales. La universidad me consolidó más esta motivación, sobre todo en mi magíster, donde realicé mi mención en sustentabilidad. Ahí pude entender la necesidad de generar un impacto medioambiental y la crítica situación que enfrentamos respecto al calentamiento global, donde debemos tomar medidas con urgencia para salvar a nuestro planeta”, finaliza. Para la ejecución del proyecto en Chile, el equipo ganador recibirá un financiamiento de 10 mil euros por parte de la organización del concurso y sus patrocinadores, entre los cuales se encuentra la ciudad holandesa de Rotterdam.