Electromovilidad: hacia un movimiento más limpio

12 de Agosto 2021 Noticias

El desarrollo de la electromovilidad a nivel mundial presenta una gran oportunidad para nuestro país en diversos ámbitos. En conjunto con una transición al uso de recursos energéticos renovables, es probablemente la dupla más efectiva para reducir los preocupantes niveles de Gasto de Efecto Invernadero (GEI) en Chile. A su vez, una mayor participación de energías renovables en la matriz energética nacional habilitará la producción de minería sostenible o verde, necesaria en el corto-mediano plazo tanto para las mismas empresas mineras como para las del rubro automotriz.

Los beneficios son variados. Luis Gutiérrez, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias UAI, y Doctor en Ingeniería Eléctrica, Sistemas de Potencia, de la Universidad de Manchester, Reino Unido, señala que el principal es la reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) desde el sector transporte. “Para un país como el nuestro, que lidera ampliamente el triste ranking de las ciudades más contaminadas de Latinoamérica según el Informe Mundial de Calidad del Aire 2019 (25 de 30 ciudades en el ranking son chilenas), un cambio hacia un transporte limpio es imperioso”, dice, y agrega que lo anterior se alinea con las recomendaciones de un reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente sobre movilidad eléctrica en América Latina y el Caribe, organismo que también ha sido uno de los muchos en destacar cómo, durante la pandemia, los niveles de contaminación ambiental bajaron notablemente en ciudades que implementaron medidas de restricción de movilidad, típicamente a combustión.

En Chile, el 25% de las emisiones de GEI proviene del sector transporte y un 29% del sector de generación eléctrica. Por lo tanto, para reducir los GEI y mejorar la calidad de vida de las personas, Gutiérrez asegura que es fundamental avanzar hacia la electromovilidad, pero, al mismo tiempo, descarbonizar la generación de electricidad. “De otra forma, el aumento en la demanda eléctrica por electromovilidad podría incluso aumentar las emisiones GEI totales. Afortunadamente, Chile es un país con un potencial envidiable para la generación eléctrica con energías renovables, particularmente teniendo el nivel de radiación solar anual más grande del mundo en el Norte Grande”, dice.

El académico explica que el recurso solar comenzó a explotarse mayormente durante la última década, donde la participación de la generación solar fotovoltaica pasó de 0 a 14% de la potencia instalada en el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) y donde se acaba de poner en servicio la primera planta de concentración solar de Latinoamérica, Cerro Dominador, que aporta otros 210 MW y con capacidad de almacenamiento, que le permite abastecer demanda durante la noche. “Para el sector minero del norte, esto significará contratos de suministro más económicos y también poder reducir la huella de carbono de sus procesos, lo que será cada vez más valioso y buscado por sus clientes”, señala.

Efectos en la industria minera

Para la industria minera, Gutiérrez dice que el beneficio más importante es que el impulso a la electromovilidad a nivel global significa un gran aumento en la demanda de cobre y litio. “Con respecto al cobre, este se usa tanto en los bobinados de los motores eléctricos como en baterías, inversores y estaciones de carga. Si consideramos que un motor para vehículo eléctrico contiene más de 1,6 km de conductor de cobre solo en el estator, y que ya 15 países hoy tienen planes para prohibir la venta de vehículos a combustión, es fácil intuir el aumento en la demanda de cobre por la industria automotriz”.

En términos económicos, el uso de sistemas eléctricos de potencia es fundamental debido al nivel de electrificación de los procesos industriales y comerciales. Por lo tanto, también lo es para la producción minera. “Aunque hay una evidente sinergia geográfica entre la gran minería del norte y el recurso solar, es necesario que el sistema de transmisión eléctrica también crezca a un paso similar de modo de aprovechar este potencial renovable en el resto del país”, dice Gutiérrez.

Desafíos de cara al futuro

De acuerdo al reciente informe “Electric Vehicle Outlook 2021” de Bloomberg New Energy Finance, es posible distinguir dos escenarios de transición: el de “transición económica” y el “net zero”. “En el primero, la adopción de vehículos eléctricos es netamente impulsada por tendencias económicas y fuerzas del mercado, sin medidas políticas específicas de incentivo, mientras que, en el segundo, existen incentivos para llegar a una economía carbono neutral al 2050. Según Bloomberg, incluso el escenario de transición económica, se visualiza una predominancia de flotas eléctricas y un 60% de vehículos particulares eléctricos”, señala el académico.

La meta de Chile pareciera estar alineada a este escenario más conservador, en donde actualmente se ve una tendencia de cambio en el transporte público, pero poco avance a nivel particular. “Actualmente solo circulan alrededor de 900 vehículos eléctricos particulares. Para acelerar el paso, no todos los incentivos son necesariamente en gasto fiscal. De hecho, en países escandinavos con alta penetración de vehículos eléctricos particulares, los incentivos incluyen el uso de vías exclusivas del transporte público y estacionamientos reservados para “solo eléctricos” en el centro de las ciudades. A pesar de lo distinto de nuestras realidades, este tipo de medidas podrían dar el impulso que la electromovilidad particular necesita”.

Otro punto que destaca es el avance en la modernización de las redes eléctricas de distribución, ya que la mayoría de los vehículos eléctricos particulares se cargarán en casa. “Esto implica un enorme desafío para la operación de estas redes, que no fueron diseñadas para tal nivel de demanda. Así mismo, se deberán operar de forma más activa las redes de media tensión, que alimentarán las electrolineras y electroterminales, para no degradar la calidad de servicio eléctrica con voltajes por debajo de la norma ni congestiones que puedan terminar en fallas de la red. En definitiva, el desafío en infraestructura de la electromovilidad no es solo instalar puntos de carga, sino cómo operarlos para mantener la calidad del servicio eléctrico en redes que no fueron diseñadas ni construidas para estos propósitos”, concluye.

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