Un bombo grande y que parece pesado. La espalda curvada bajo él y las piernas moviéndose a toda velocidad, para bailar y luego girar sobre sí. Una imagen habitual -que se repite en numerosas calles del país- en Fiestas Patrias, y que normalmente es protagonizada por uno o varios hombres, de diversas edades, que aglutinan a la gente en torno al Chinchín.
Aunque aún es poco común, también las mujeres han comenzado a tomarse este espacio cultural chileno. Es el caso de Celia Hernández, chinchinera nacida en Santiago hace 32 años, pero que se instaló junto a su arte en Las Cruces, V Región.
Pese a que -a diferencia de sus pares masculinos- no proviene de una familia que generacionalmente se haya dedicado a esta expresión artística, Hernández conoció a otras mujeres que trabajaban el chinchín y decidió dejar todo -incluidos sus estudios de cocina en Duoc- para dedicarse de lleno a golpear el bombo y bailar al son de las melodías que logra formar.
Y se adentró en este oficio -nominado como patrimonio humano vivo del país- de lleno. De hecho, su herramienta de trabajo fue construida a mano artesanalmente por Patricio “Pepa” Toledo, uno de los chinchineros más famosos de Chile, que falleció hace dos años, y fueron sus sobrinos quienes le traspasaron esas enseñanzas. Ahora, en pleno mes de la Patria, Hernández critica el abandono de la cultura -y del arte callejero, en particular- por parte de las autoridades, en un periodo que debiera haber sido el de más trabajo, pero que se dificultó por la pandemia.
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