Domeyko para no olvidar

10 de Septiembre 2018 Noticias

Más de 1.500 piezas son las que se encuentran en la casa del barrio Yungay donde vivió el sabio Ignacio Domeyko, uno de los investigadores más importantes del siglo XIX en nuestro país, y que a pedido de sus descendientes, fueron catastradas por el Centro de Estudios del Patrimonio de la Facultad de Artes Liberales (CEPA) con el firme propósito de conservar su legado.

El  trabajo  consistió  en  realizar  un  inventario  de  identificación  básico  de  libros,  documentos,  mobiliario  y  otro  tipo  de  objetos.  “La  información  quedó  contenida  en  una  base  de  datos  con  el  fin  de  permitir  la  rápida  recuperación  de  los  datos  recogidos  durante  el  inventario”, sostiene Fernando Guzmán, director del CEPA.

Para Guzmán, se  trata  de  un  conjunto  patrimonial de especial  interés  pues  reúne  una  serie  de  objetos  que  testimonian tanto  el  trabajo como la  vida  personal  del  sabio  polaco.  Entre los elementos catastrados destacan los  libros  con  dedicatorias  de  científicos  y  humanistas  del  período,  algunos  objetos  del  equipamiento  de  campaña,  así  como  cartas  y  grabados  “que  permiten  aproximarse  a  su  entorno  familiar,  a  su  fe  religiosa  y  a  sus  vínculos  con  Polonia”, agrega el historiador del arte.

El diario El Mercurio destaca este trabajo realizado por el equipo del CEPA:

Llegó a Chile en 1838, contratado por el gobierno, como el profesor polaco Ignacy Domeika, y murió siendo chileno en 1889, como el erudito Ignacio Domeyko. Una placa conmemorativa precisa su paso por esa casa quinta que habitó en las cercanías de Santiago, hoy pleno barrio Yungay. Fuera de ella, en calle Cueto, otras cuatro placas homenajean la figura del “sabio polaco”, “eximio humanista”, “eminente maestro” y también “querido vecino”.

Su fachada roja permanece sorprendentemente impoluta, invisible a los propósitos de los “artistas urbanos”. “Hará cinco meses que nadie raya la muralla”, dice la señora Andrea, quien hace más de 20 años cuida la que fue la morada del científico, minerólogo y explorador de territorios, que llegó a ser rector de la Universidad de Chile. En esa casa de adobe de diez habitaciones, dos corredores y un jardín de olivos, higueras, maitenes, jacarandás, diamelos y naranjos, un proyecto de conservación patrimonial finalizó tras un año de trabajo.

Especialistas del Centro de Estudios del Patrimonio de la Universidad Adolfo Ibáñez, dirigido por el historiador del arte Fernando Guzmán, realizaron un catastro de los bienes culturales muebles que se conservan en la casa, aún perteneciente a la familia Domeyko. Son los testimonios de su trabajo y su vida: más de 1.500 piezas registradas. Se estudiaron en un amplio margen, considerando lo que queda de su biblioteca, sus documentos, pinturas, esculturas, fotos, mapas, objetos personales, figuras religiosas y el mobiliario de la casa, donde la mayoría de las piezas son decimonónicas.

“También, a la luz de lo que ocurrió en el Museo Nacional de Brasil, nos parece fundamental que se instale una conciencia de conservación en términos culturales e históricos. En este caso el valor no es el registro técnico de los objetos, sino la definición de la memoria que eso representa”, dice Marcela Drien, quien es parte del equipo que ejecutó el catastro. La idea es que esos resultados sean el punto de partida para siguientes investigaciones. Tal vez para la creación de un museo de sitio, abierto al público”.

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