Vivir y morir en un basural

14 de Abril 2018 Columnas

Los noticiarios del 21 de marzo de 2018 informaron que el cadáver mutilado de Alexis Isabel Chandía Parra había sido descubierto por un viandante en un sitio eriazo de La Pintana durante aquella mañana. Otros noticiarios hablaron de que un caminante descubrió el cuerpo en una acequia. Las noticias del siguiente día relataron que el hermano de la víctima se había confesado culpable. De acuerdo con estas informaciones correctas y veraces, el caso encajaría con un comportamiento individual y patológico. Sin embargo, esta información no es completa, pues tanto viandante y paseante como sitio eriazo y acequia poseen significados diferentes al habitual.

En este caso, el paseante es o una persona que vive de la recolección de restos de basura, o directamente alguien que vive en un basural. Porque también sitio eriazo tiene un significado diverso al acostumbrado; se trata de un lugar donde se bota basura de modo impune y masivo. Lamentablemente esta situación no es excepcional, pues en muchas partes de La Pintana se tira basura sin ningún castigo.

En una carta al Director, Claudia Pizarro, alcaldesa de La Pintana, se quejaba de que solo existían comisarías en el sector sur de la comuna. Desgraciadamente la presencia de Carabineros no impide esta violencia masiva y cotidiana de la basura. El cuerpo descuartizado de Alexis fue arrojado en un basural que envuelve a la subcomisaría de El Castillo, la cual literalmente vive rodeada de toneladas y toneladas de despojos en una anormalidad acostumbrada. Pero este basural no está en otra galaxia. Se sitúa a menos de veinte metros del Acceso Sur, a dos kilómetros de la Línea 4 de Metro y exactamente a veinte kilómetros del Palacio de La Moneda.

Sobre todo, este basural es la vista cotidiana de cientos de escolares, pues hay tres colegios situados en el vertedero ilegal y frecuente que es la avenida La Primavera: Nocedal, Almendral y Simón Bolívar. En La Pintana, la gente nace, se educa, vive y muere rodeada de basura. Y a nadie le importa mucho. Quizás ni siquiera a los mismos pintanenses.

Si no existe ideología ni partido político, de izquierda o de derecha, que esté de acuerdo con esta realidad, ¿cómo es posible que esta situación vaya empeorando, cuando se encuentra tan próxima al centro del poder? Curiosamente, la mejora socioeconómica del conjunto del país ha hecho que estas preocupaciones de La Pintana, y en general de comunas que no se han desarrollado al mismo ritmo, resulten marginales para la mayoría de los votantes.

Como el Estado no tiene una misión jerárquica, este devuelve a los votantes lo mismo que los votantes le han pedido, sin decidir qué es mejor o más necesario. En este sentido, se puede entender la crítica de Carlos Peña al concepto de ayuda social del ministro Moreno. Los chilenos ya no buscan la ayuda paternalista, sino que esperan que sus derechos les sean reconocidos. Si el análisis es correcto para la mayoría de la sociedad chilena, esta situación perpetuará el desamparo de La Pintana: ¿qué sentido tiene reclamar derechos sociales cuando el Estado no cumple su primera misión y permite la violencia de la basura? Más allá de que su participación en las elecciones sea una de las más bajas del país, incluso si toda la comunidad de La Pintana votase, este reclamo, aun lleno de urgencia, es marginal para las cuestiones que preocupan a la mayoría de los chilenos.

Precisamente es al sector medio del país, representado por la izquierda, al que más ha de incomodar la urgencia de esta situación. Si Chile tiene a comunas naciendo y muriendo en la basura, parece que la gratuidad universal o las pensiones de reparto estatales pierden algo del dramatismo con que suelen ser reclamadas.

Por este motivo, salvo que el Estado asuma una voz directiva (paternalista, pues no es reclamada de modo directo por los votantes), es paradójico que los problemas verdaderamente graves, aquellos que condenan a la marginalidad a una parte de la sociedad, no solo son irresolubles, sino que se irán agravando. Como a nadie le interesa recordar que existen comunas que viven asediadas por la basura (es mucho más elegante debatir sobre el voto electrónico o sobre la demanda de Bolivia), es muy difícil que sus reclamos entren en una lógica democrática: solo una escalada de asesinatos que nadie desea podría convertir a La Pintana en el centro de la atención nacional. Mientras el Estado de Chile no asuma un papel directivo, esta situación se perpetuará y empeorará.

Publicado en El Mercurio.

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