- Doctor en Historia, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile, 2012.
- Magíster en Historia, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
- Licenciado en Humanidades, Ciencias de la Comunicación y Ciencias de la Educación, Universidad Adolfo Ibáñez.
- Periodista y Profesor, Universidad Adolfo Ibáñez.
Valorar el Mundial más allá del fútbol
Gonzalo Serrano
Aunque a la mayoría de los chilenos pareciera no interesarles mayormente el Mundial de Rusia por el hecho de que no está Chile, vale la pena analizarlo en perspectiva histórica y apreciar la situación en que nos encontramos el año 2018.
Basta retroceder un siglo para encontrar a alemanes, austriacos y húngaros luchando contra los franceses, ingleses y estadounidenses en el frente occidental y a los rusos iniciando el tortuoso trance de la Rusia zarista a la revolución comunista que se había iniciado de la mano de Lenin un año antes. Aunque ya se podía hablar de un fenómeno mundial por la cantidad de países involucrados y amplitud geográfica del conflicto, lo cierto es que la mayoría de los habitantes de la Tierra no prestaba mayor atención a una guerra que los afectaba solo de forma indirecta. En el caso de Chile, por ejemplo, la crisis se hizo evidente por la presencia de inmigrantes europeos. Algunos de ellos partieron a defender su madre patria y no volvieron jamás.
Por un lado, la Gran Guerra fue el resultado de una serie de cambios entre los que se incluye la Revolución Industrial. La búsqueda de nuevos recursos y expansión hacia nuevos mercados, oposición de intereses entre las principales naciones, armamentismo y el nacionalismo efervescente, terminaron derivando en un enfrentamiento de carácter global.
Por otro, la Guerra del 14 coincide con la aparición de deportes modernos como una forma de dedicar tiempo al ocio y escapar de las presiones que implicaban los nuevos desafíos de la industria. Campesinos que habían migrado a la ciudad se veían ahora sometidos a jornadas extenuantes, sin mayor recompensa que un salario miserable. Ese espacio gris se vio iluminado gracias a deportes modernos, donde el fútbol por su simpleza y bajos costos, ganó rápidamente adeptos. Si es que la persona no tenía las condiciones para practicarlo, podía apoyar a un equipo que representara su localidad o industria.
El aumento de la competencia y la presión de los hinchas que iban aumentando su fanatismo por sus escuadras, obligó a que los primeros dirigentes buscaran la manera de capturar y retener a los mejores jugadores y generar las condiciones para que estos comenzaran a dedicarse de manera exclusiva a su práctica, dando paso al fútbol profesional. Además, la expansión de este deporte a través de los británicos que llegaban a los distintos puertos del orbe, hizo de este un fenómeno mundial.
Los primeros mundiales estaban lejos de ser los mega eventos comerciales de hoy. Basta con recordar que los primeros encuentros se hacían con invitaciones, el objetivo era ampliar el rango de equipos. Fueron la radio, primero, luego el cine y, finalmente, la televisión, el trampolín que llevó al fútbol al lugar que ostenta en la actualidad. Mientras miles de jóvenes perdieron la vida en las trincheras europeas luchando por su patria, las generaciones actuales tienen la oportunidad de vivir y desarrollarse en una realidad muy distinta. De la misma forma, si a un siglo de distancia un grupo de naciones se veía la cara en el frente de batalla, hoy lo hacen en una cancha de fútbol, respetando las reglas y aceptando el rol de un ente como la FIFA.
¿Hasta qué punto la guerra no es un hecho natural en el hombre que terminó haciéndose necesaria? ¿Hasta qué punto el éxito del fútbol no se basa en canalizar esa inclinación natural hacia otro tipo de enfrentamientos? Finalmente, el escritor mexicano Juan Villoro se pregunta: ¿Es posible entender la vida en la Tierra sin analizar el entretenimiento mejor repartido en el planeta? Aunque no sea posible responder estas preguntas, podemos disfrutar que en este mes nuestra preocupación sea quién ganará el Mundial y no quién ganará la guerra como sucedió hace un siglo.
Publicada en El Mercurio de Valparaíso.