Una oportunidad para Chile

9 de Enero 2020 Columnas

El crecimiento económico es uno de los factores  fundamentales para hacer viable el financiamiento de una agenda social ambiciosa.  El estallido social agravó una crisis de crecimiento que se venía gestando desde hace más de 15 años.  Un síntoma de esta situación, es la constante caída de la productividad total de factores (PTF)  a partir del 2005.  Las dificultades para diversificar y sofisticar las exportaciones, incluso aquellas vinculadas a los recursos naturales, explican la caída del crecimiento potencial a niveles de 2,5% en  los últimos años, y a niveles de la alrededor de 1,5% tras el estallido social.  Así no convergemos a ser un país desarrollado, cumpliéndose la premisa de que Chile sería un caso de desarrollo frustrado.

En este escenario, nuestro país debe buscar estrategias de crecimiento basadas en innovación, más inclusivas y sostenibles. Una opción evidente es aprovechar la revolución tecnológica y las condiciones naturales favorables en energías renovables. Ello permitirá innovar en la producción de bienes y servicios intensivos en energía para mercados que valoran tener una baja traza de carbono, e incluso transformarse en exportador de energía verde.

Los temas y áreas por donde se debería empezar son la minería; la electromovilidad; los bienes de capital para las energías renovables e incluso el sector de la construcción con certificación de sustentabilidad.   Sin embargo, esto requiere de un esfuerzo de innovación en las cadenas productivas vinculadas al cobre, el litio, molibdeno y -a futuro- el cobalto  y las tierras raras. Y, en particular, para el desarrollo de aplicaciones de energías renovables, no solo para la producción de electricidad, sino también para producir calor y combustibles sintéticos a partir de hidrógeno, que permitirían sustituir los combustibles fósiles.

El mercado por sí solo no es capaz de hacer la transición a una velocidad que nos permita posicionarnos y generar un valor derivado de los intangibles que esté vinculado a la provisión sustentable de bienes para enfrentar el cambio climático. Existen fallas de coordinación y producción de bienes públicos, así como estándares y normas adecuadas. Se deben reducir las asimetrías de información, generar una masa crítica de demanda para justificar inversiones que impliquen altos costos y  resolver  incertidumbres tecnológicas. Si, por ejemplo, la minería logra abordar estos desafíos, se generarán externalidades positivas que facilitarían el desarrollo de otros sectores como, por ejemplo, la producción y exportación de fertilizantes verdes o la exportación de hidrógeno verde a Japón y Europa.

En este contexto, la estructuración del Instituto de Tecnologías Limpias, proceso al que ha convocado CORFO, representa la oportunidad para incorporar a lo sectores de la minería y energético en el pilotaje de las tecnologías que se están desarrollando en el mundo y que pueden ser aplicadas en Chile para la transformación hacia una economía baja en emisiones. El desafío requiere apalancar capacidades y enfocarse en transferir tecnologías que están siendo desarrolladas en diversos países. Asimismo, requiere enfocarse en construir centros de pilotaje con capital humano e infraestructura flexible que permita testear e integrar diversas tecnologías.

Esta es la primera vez en décadas que se diseña una estrategia de innovación orientada a un propósito de transformación de la economía chilena, que puede generar un nuevo ímpetu de crecimiento más inclusivo y sustentable.  Sin embargo, hay dificultades que debemos enfrentar. Por una parte,  la visión de corto plazo de varios actores privados que se ve exacerbada por la coyuntura actual, la incertidumbre y la percepción de aumento del riesgo país. Esto lleva a descartar opciones de innovación más disruptivas y de alto impacto. Por otra parte, la falta de capital social entre los diferentes actores del ecosistema de innovación dificulta la unión de voluntades y la generación de capacidades que permitan promover la innovación tecnológica y posicionarnos como líderes en economía verde en sectores como minería y energía.

En la situación actual, esta iniciativa podría llevarnos a  la construcción de un relato en el que Chile podría aportar realmente para enfrentar el cambio climático. Pero al mismo tiempo nos permitiriría posicionarnos como un exportador diferenciado y generar una dinámica de inversión y formación de capital humano con proyección.

Publicado en La Segunda

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