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Una cocina aparentemente exitosa

La imagen lo es todo. Especialmente en política. Y en este capítulo, el punto va para Piñera.
Karen Trajtemberg

Karen Trajtemberg

Magíster en Comunicación Estratégica
Directora Escuela de Periodismo UAI Campus Viña del Mar. Magíster en Comunicación Estratégica
  • Magíster En Comunicación Estratégica, Universidad Adolfo Ibáñez, Chile, 2014

Ex Jefa de prensa de Senador Ricardo Lagos W. Anteriormente trabajó en la sección política del diario la Segunda y en la revista Qué Pasa.

La citación del gobierno de Sebastián Piñera a actores de todos los colores políticos, en torno a analizar y gestionar soluciones para temas que se han tornado en dramas país, como la crisis del Sename y la falta de seguridad ciudadana, se terminó convirtiendo en un golazo político del Mandatario y en una especie de boomerang para la oposición. Las razones esgrimidas por el Ejecutivo para convocar a Pedro, Juan y Diego a conversar a La Moneda tienen que ver con la estrategia del neo-consenso  con la que llegó el flamante gobierno, en una especie de reencarnación del Aylwinismo de los ’90 y que pretende mostrar que se deja atrás la retroexcavadora bacheletista, pero también dar una imagen de responsabilidad, a través de este llamado a trabajar unidos “por el bien del país”, aun cuando en realidad esté sepultando a diario proyectos emblemáticos de la administración anterior y disfrazando de medidas favorables, decisiones que en realidad pretenden barrer lo hecho anteriormente. Pero aunque pueda tratarse más de una pose que de un intento real por consensuar algo, lo cierto es que –contrario a lo que decía la publicidad de una conocida marca de bebidas- la imagen lo es todo. Especialmente en política. Y en este capítulo, el punto va para Piñera. Porque cuando gran parte de la oposición aparece dividida frente a la decisión de asistir a la convocatoria, poniendo énfasis en que no están para “cocinas” internas, restándose de las reuniones y criticando a viva voz a sus propios correligionarios que decidieron participar, no están mirando el asunto con ojo realmente político y no se están dando cuenta de que el costo de esta polémica recae sobre ellos y no sobre el nuevo gobierno. Es muy posible que efectivamente se trate de una cocina. Que sea cierto que pretende consensuar extraparlamentariamente los proyectos y llegar con la comida hecha al Congreso. Que en realidad sea una puesta en escena del Ejecutivo e incluso que pueda ser una falta de respeto hacia la DC, el PS, el PPD y el Frente Amplio, sobre todo cuando es el propio gobierno quien define a los que debían participar en cada comisión. Pero todo eso, a la luz del ojo ciudadano, da lo mismo. Porque la invitación de Piñera fue inteligentemente realizada, en el momento adecuado y hábilmente comunicada. El fondo puede ser cuestionable, pero la forma fue un acierto. Aunque a la oposición no le guste, es una propuesta que ante la ciudadanía habla de un gobierno que aparece preocupado de los grandes temas y que pone el acento en mostrar que está dispuesto a conversar con sus adversarios políticos para preocuparse de los niños en estado de vulnerabilidad o de la lucha contra la delincuencia. No importa si en realidad aquello no se cumple en el futuro. No importa si, en el fondo, es solo una pantalla. Porque mientras tanto, la imagen que aparece es que lo que queda de la Nueva Mayoría se dedica a criticar a quienes asistieron en vez de participar colaborativamente; el Frente Amplio se demora una eternidad en decidir si concurre o no, y después decide criticar a Gabriel Boric y Natalia Castillo –dos de sus líderes- con duros epítetos,  y la recién llegada Pamela Jiles incluso los trata de “incautos” y de “andar volando bajo” (en una muestra más de que al parecer, se posicionará en el Congreso solo a punta de descuerar a los demás, como si todavía fuera rostro de algún programa de farándula). Punto aparte, la imagen poco feliz de un otrora “Pánzer”, José Miguel Insulza, y que ahora culpa a su partido para decir que no le “permitieron” asistir a la comisión de Seguridad. Quizás solo debió restarse, sin tanta explicación. Algunas de las aclaraciones han sido sólidas en su fondo, pero a destiempo y poco relevantes para un ciudadano común. Las palabras del diputado Marcelo Díaz en este  mismo diario apuntan a aquello, a poner énfasis en los temas de la invitación gubernamental  que habrían molestado al PS. Pero nada que logre igualar, al menos en la imagen, al Mandatario lamentando su ausencia y diciéndoles que las puertas “están abiertas para que puedan incorporarse”. Finalmente, la imagen que quedó es la de una Nueva Mayoría que sigue fragmentada y no logra rearmarse, un Frente Amplio que comienza a desgranarse y un gobierno que les abre la puerta al diálogo, aunque este pueda ser más una maniobra que otra cosa. Claramente, un golazo del gobierno y un boomerang que todavía sigue girando hacia la oposición. Publicado en El Mercurio de Valparaíso.

Una cocina aparentemente exitosa

La imagen lo es todo. Especialmente en política. Y en este capítulo, el punto va para Piñera.

La citación del gobierno de Sebastián Piñera a actores de todos los colores políticos, en torno a analizar y gestionar soluciones para temas que se han tornado en dramas país, como la crisis del Sename y la falta de seguridad ciudadana, se terminó convirtiendo en un golazo político del Mandatario y en una especie de boomerang para la oposición. Las razones esgrimidas por el Ejecutivo para convocar a Pedro, Juan y Diego a conversar a La Moneda tienen que ver con la estrategia del neo-consenso  con la que llegó el flamante gobierno, en una especie de reencarnación del Aylwinismo de los ’90 y que pretende mostrar que se deja atrás la retroexcavadora bacheletista, pero también dar una imagen de responsabilidad, a través de este llamado a trabajar unidos “por el bien del país”, aun cuando en realidad esté sepultando a diario proyectos emblemáticos de la administración anterior y disfrazando de medidas favorables, decisiones que en realidad pretenden barrer lo hecho anteriormente. Pero aunque pueda tratarse más de una pose que de un intento real por consensuar algo, lo cierto es que –contrario a lo que decía la publicidad de una conocida marca de bebidas- la imagen lo es todo. Especialmente en política. Y en este capítulo, el punto va para Piñera. Porque cuando gran parte de la oposición aparece dividida frente a la decisión de asistir a la convocatoria, poniendo énfasis en que no están para “cocinas” internas, restándose de las reuniones y criticando a viva voz a sus propios correligionarios que decidieron participar, no están mirando el asunto con ojo realmente político y no se están dando cuenta de que el costo de esta polémica recae sobre ellos y no sobre el nuevo gobierno. Es muy posible que efectivamente se trate de una cocina. Que sea cierto que pretende consensuar extraparlamentariamente los proyectos y llegar con la comida hecha al Congreso. Que en realidad sea una puesta en escena del Ejecutivo e incluso que pueda ser una falta de respeto hacia la DC, el PS, el PPD y el Frente Amplio, sobre todo cuando es el propio gobierno quien define a los que debían participar en cada comisión. Pero todo eso, a la luz del ojo ciudadano, da lo mismo. Porque la invitación de Piñera fue inteligentemente realizada, en el momento adecuado y hábilmente comunicada. El fondo puede ser cuestionable, pero la forma fue un acierto. Aunque a la oposición no le guste, es una propuesta que ante la ciudadanía habla de un gobierno que aparece preocupado de los grandes temas y que pone el acento en mostrar que está dispuesto a conversar con sus adversarios políticos para preocuparse de los niños en estado de vulnerabilidad o de la lucha contra la delincuencia. No importa si en realidad aquello no se cumple en el futuro. No importa si, en el fondo, es solo una pantalla. Porque mientras tanto, la imagen que aparece es que lo que queda de la Nueva Mayoría se dedica a criticar a quienes asistieron en vez de participar colaborativamente; el Frente Amplio se demora una eternidad en decidir si concurre o no, y después decide criticar a Gabriel Boric y Natalia Castillo –dos de sus líderes- con duros epítetos,  y la recién llegada Pamela Jiles incluso los trata de “incautos” y de “andar volando bajo” (en una muestra más de que al parecer, se posicionará en el Congreso solo a punta de descuerar a los demás, como si todavía fuera rostro de algún programa de farándula). Punto aparte, la imagen poco feliz de un otrora “Pánzer”, José Miguel Insulza, y que ahora culpa a su partido para decir que no le “permitieron” asistir a la comisión de Seguridad. Quizás solo debió restarse, sin tanta explicación. Algunas de las aclaraciones han sido sólidas en su fondo, pero a destiempo y poco relevantes para un ciudadano común. Las palabras del diputado Marcelo Díaz en este  mismo diario apuntan a aquello, a poner énfasis en los temas de la invitación gubernamental  que habrían molestado al PS. Pero nada que logre igualar, al menos en la imagen, al Mandatario lamentando su ausencia y diciéndoles que las puertas “están abiertas para que puedan incorporarse”. Finalmente, la imagen que quedó es la de una Nueva Mayoría que sigue fragmentada y no logra rearmarse, un Frente Amplio que comienza a desgranarse y un gobierno que les abre la puerta al diálogo, aunque este pueda ser más una maniobra que otra cosa. Claramente, un golazo del gobierno y un boomerang que todavía sigue girando hacia la oposición. Publicado en El Mercurio de Valparaíso.