- Doctor en Historia, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile, 2012.
- Magíster en Historia, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
- Licenciado en Humanidades, Ciencias de la Comunicación y Ciencias de la Educación, Universidad Adolfo Ibáñez.
- Periodista y Profesor, Universidad Adolfo Ibáñez.
Tranque La Luz, algunas luces sobre su orígenes
Gonzalo Serrano
El ritmo acelerado que se vive en estos tiempos nos impide detenernos en detalles tan pequeños, pero a la vez relevantes para conocer nuestro pasado, como el significado de las palabras o el sentido de los nombres. En el caso de las ciudades, hay algunos que resultan más obvios que otros, Viña del Mar, por ejemplo, hace alusión a las viñas que existían aquí a mediados del siglo XVII.
Hay otros, en cambio, que tienen una historia un poco más compleja. Nos referimos, en este caso, al Tranque de la Luz, también conocido como Laguna La Luz, una obra artificial que fue elaborada por las autoridades en el año 1907 para proveer de luz a la ciudad de Valparaíso y electricidad a los tranvías eléctricos que circulaban en ella. Se trataba de la segunda central hidroeléctrica de Chile y funcionó hasta fines del siglo pasado.
Hasta esa fecha, el aprovechamiento del agua como fuente de energía se había limitado a la molienda de trigo. Sin embargo, el surgimiento de la electricidad motivó la creación de las primeras centrales. El paso inicial se dio en Lota, específicamente en Chivilingo, para movilizar los trenes de carga, bombear el agua de las minas e iluminar con energía eléctrica los oscuros túneles carboníferos. Su valor patrimonial permitió que desde 1990, la planta hidroeléctrica haya sido declarada como monumento nacional y el esfuerzo que implicó su construcción en 1896 merece una columna aparte.
Regresando a Curauma, que en mapudungun significa "Piedra de Montaña", el uso de la laguna ha derivado a ser el centro de remo más importante de alto rendimiento en el país. Bautizado como Centro de Entrenamiento Olímpico de Remo y Canotaje de Curauma, es una instalación de lujo que posee 23 habitaciones, un gimnasio de última tecnología, sala de descanso y de estudio. El Centro permite recuperar, de esta forma, la enorme tradición porteña que existía en el puerto de Valparaíso desde mediados del siglo XIX y que dio vida al Club de Regatas de Valparaíso, Club Alemán de Regatas; Baruna Boating Club, Club Ibérico de Regatas y el famoso Canottieri, por mencionar algunos.
Aunque la actividad del remo ya estaba en decadencia durante la década de los setenta, el terremoto de 1985 favoreció la posterior demolición de la emblemática Casa de Botes, la estocada final para una actividad que ya comenzaba a chocar con un desarrollo portuario cada vez más industrializado y alejado de la escala humana. La convivencia entre los bogadores y enormes embarcaciones resultaba impracticable para los nuevos tiempos.
Así llegamos a la Laguna Sausalito, un antiguo embalse que fue construido por la familia Vergara para tener agua para las viñas en tiempos de sequía. Conocido popularmente como "El Tranque", este surgió como una opción para los remeros, la falta de un apoyo estatal, municipal y privado, impidieron que ésta pudiera aprovechar el atractivo deportivo y turístico que posee, además de su estratégica ubicación. Cuestión aparte, el notable abandono de este lugar que hoy en día parece ser consumido por una plaga verde. El mismo sitio web de la Municipalidad recuerda al visitante que antes fue "un gran complejo turístico" que poseía una playa, practica de sky acuático, canchas de tenis, piscinas y una imitación del vapor Missisipi que fue discoteca restaurante, mas no explica las razones del abandono.
Retomando el remo, el salto definitivo se dio en Curauma. Las medallas obtenidas por el remo en Cochabamba son el resultado de una apuesta a imitar por otros deportes. Hasta la fecha, ocho de las dieciocho medallas ganadas por Chile corresponden precisamente a esta actividad.
Además del Centro de Entrenamiento Olímpico de Remo y Canotaje, la laguna se ha transformado en un lugar para disfrutar al aire libre, hacer picnics, andar en bicicleta, caminar, trotar, en fin, actividades alejadas del ruido y la tecnología que, vaya paradoja, la creación de la Laguna ayudó a fomentar proveyendo de energía eléctrica para los habitantes de la ciudad.
Publicada en El Mercurio de Valparaíso.