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Tolerancia al malestar y salud mental

Recientemente hemos comenzado a observar las consecuencias de un año escolar que, más allá del esfuerzo de profesores y autoridades educacionales, así como también de los padres y apoderados, ampliará la brecha que las diferentes condiciones socioeco...
Jorge Sanhueza

Jorge Sanhueza

Ph.D en Ciencias Sociales
Vicerrector de Vinculación con el Medio Universidad Adolfo Ibáñez
  • Ph.D en Ciencias Sociales, Tilburg University, Holanda, 2012.
  • Magister en Gerencia y Políticas Públicas, Universidad Adolfo Ibáñez.
  • Psicólogo, Pontificia Universidad Católica de Chile.

Formación de post-título en Hipnosis Clínica Ericksoniana y Focusing Oriented Therapy, acreditado por el Instituto Focusing de Nueva York.

Es profesor titular, especialista en las temáticas de cambio y desarrollo organizacional, indagación apreciativa y diálogo social.

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Las consecuencias de la pandemia que hemos afrontado son enormes y aun insospechadas. Sabemos del costo en vidas humanas, en la pérdida de empleos y la precarización de la calidad de vida, del aumento de la violencia intrafamiliar e incluso de la pérdida de libertad que las restricciones sanitarias nos han impuesto.

Recientemente hemos comenzado a observar las consecuencias de un año escolar que, más allá del esfuerzo de profesores y autoridades educacionales, así como también de los padres y apoderados, ampliará la brecha que las diferentes condiciones socioeconómicas ya impone.

También en salud mental hemos comenzado a recibir los primeros estudios de la magnitud de la pandemia. Y éstos no son alentadores.

La investigación ha demostrado que la exposición a situaciones de estrés sostenido tiene diversas consecuencias en las personas, sus relaciones, su rendimiento laboral o académico y también en su capacidad de afrontamiento de circunstancias adversas.

Durante muchos años se ha estudiado que una de las vías más efectivas para enfrentar situaciones difíciles, traumáticas o de alto estrés sostenido, es el desarrollo de la capacidad de resiliencia. El concepto tomado desde la física mecánica y que alude a la capacidad de ciertos metales de volver a su forma original luego de ser sometido a una fuerza externa que les deforma, fue aplicado en la década de los 80 al ámbito de las ciencias sociales y la psicología.

Actualmente los desarrollos de la investigación en salud mental y la evidencia acumulada en la investigación están buscando algunos factores comunes, que se encontrarían a la base diversos diagnósticos relacionados con la salud mental. Uno de estos factores es la regulación emocional, la intolerancia a la incertidumbre, el perfeccionismo y el pensamiento negativo, entre muchos otros. En general la idea es que estos factores referirían a los niveles de vulnerabilidad de las personas.

De este modo, frente a la mayor incidencia de dificultades psicológicas asociadas a la pandemia y a sus consecuencias, junto con aumentar la disponibilidad de sistemas de atención especializada, es preciso abordar la importancia de una piscoeducación que nos enseñe a tolerar el malestar y la incertidumbre, que entrene nuestra capacidad de gestionar nuestras emociones, con aceptación y apertura y que permita que desarrollemos nuestra capacidad de actuar en las circunstancias que estamos viviendo.

En tiempos en los que tantas cosas no dependen de uno mismo, reeducar nuestra capacidad de autoeficacia es una oportunidad valiosa para volver a tener control sobre aquellas cosas que, dependen de nosotros y que sí podemos cambiar.

Publicada en La Segunda.

Tolerancia al malestar y salud mental

Recientemente hemos comenzado a observar las consecuencias de un año escolar que, más allá del esfuerzo de profesores y autoridades educacionales, así como también de los padres y apoderados, ampliará la brecha que las diferentes condiciones socioeco...

Las consecuencias de la pandemia que hemos afrontado son enormes y aun insospechadas. Sabemos del costo en vidas humanas, en la pérdida de empleos y la precarización de la calidad de vida, del aumento de la violencia intrafamiliar e incluso de la pérdida de libertad que las restricciones sanitarias nos han impuesto.

Recientemente hemos comenzado a observar las consecuencias de un año escolar que, más allá del esfuerzo de profesores y autoridades educacionales, así como también de los padres y apoderados, ampliará la brecha que las diferentes condiciones socioeconómicas ya impone.

También en salud mental hemos comenzado a recibir los primeros estudios de la magnitud de la pandemia. Y éstos no son alentadores.

La investigación ha demostrado que la exposición a situaciones de estrés sostenido tiene diversas consecuencias en las personas, sus relaciones, su rendimiento laboral o académico y también en su capacidad de afrontamiento de circunstancias adversas.

Durante muchos años se ha estudiado que una de las vías más efectivas para enfrentar situaciones difíciles, traumáticas o de alto estrés sostenido, es el desarrollo de la capacidad de resiliencia. El concepto tomado desde la física mecánica y que alude a la capacidad de ciertos metales de volver a su forma original luego de ser sometido a una fuerza externa que les deforma, fue aplicado en la década de los 80 al ámbito de las ciencias sociales y la psicología.

Actualmente los desarrollos de la investigación en salud mental y la evidencia acumulada en la investigación están buscando algunos factores comunes, que se encontrarían a la base diversos diagnósticos relacionados con la salud mental. Uno de estos factores es la regulación emocional, la intolerancia a la incertidumbre, el perfeccionismo y el pensamiento negativo, entre muchos otros. En general la idea es que estos factores referirían a los niveles de vulnerabilidad de las personas.

De este modo, frente a la mayor incidencia de dificultades psicológicas asociadas a la pandemia y a sus consecuencias, junto con aumentar la disponibilidad de sistemas de atención especializada, es preciso abordar la importancia de una piscoeducación que nos enseñe a tolerar el malestar y la incertidumbre, que entrene nuestra capacidad de gestionar nuestras emociones, con aceptación y apertura y que permita que desarrollemos nuestra capacidad de actuar en las circunstancias que estamos viviendo.

En tiempos en los que tantas cosas no dependen de uno mismo, reeducar nuestra capacidad de autoeficacia es una oportunidad valiosa para volver a tener control sobre aquellas cosas que, dependen de nosotros y que sí podemos cambiar.

Publicada en La Segunda.