Tango argentino

26 de Agosto 2019 Columnas

La decisión de reactivar la acusación constitucional en contra de la ministra Cubillos tuvo su origen en una inesperada brisa de optimismo opositor, un cambio de perspectiva algo inconfesable cuyo temple se encuentra del otro lado de la cordillera. En efecto, no pocos en la centroizquierda chilena han visto la derrota de Mauricio Macri en las primarias argentinas como un designio providencial, una luz de esperanza frente a los desafíos electorales que se avecinan y que muchos ya daban simplemente por perdidos.

El sorpresivo derrumbe del gobierno trasandino vino a cristalizar así lo que para la oposición chilena parecía hasta ahora nada más que una expresión de deseo: no es inevitable que la derecha gane las próximas elecciones presidenciales; a pesar de las estructurales debilidades que hoy exhibe el campo opositor, basta que al actual gobierno le vaya lo suficientemente mal para que nada de eso importe y el país igual pueda optar por el cambio.

El destemplado misil lanzado esta semana por la ministra Pérez a la línea de flotación del PS pareció entonces la ocasión perfecta para justificar el endurecimiento de posiciones, un traspié comunicacional que permitía suspender la interlocución con el Ejecutivo, bloquear su labor en el parlamento y reimpulsar la convergencia opositora. Sin embargo, contra ese esfuerzo terminaron conspirando dos circunstancias: la votación de la DC en el despacho de la reforma tributaria desde la Cámara de Diputados, y la decisión de un grupo de senadores de oposición de presentar una querella en contra de la vocera de gobierno, trasladando así la controversia del gobierno con el PS a sede judicial.

El Ejecutivo y la ministra Pérez tendrán ahora la posibilidad de mantener el tema de los presuntos vínculos del PS con el narcotráfico abierto durante meses, de exigir que los antecedentes hechos públicos por sendos reportajes de televisión sean corroborados en tribunales, que los periodistas responsables incluso comparezcan en calidad de testigos, etc. En resumen, la judicialización de esta controversia puede tener al PS expuesto a un largo caudal de información sobre uno de sus flancos más delicados, que será analizado y discutido no solo entre querellantes y defensores, sino amplificado también a través de los medios de comunicación.

Así las cosas, todo parece anticipar para los próximos meses un cuadro de mayor deterioro y crispación política, con sectores de oposición sin grandes incentivos para un reposicionamiento propio, sino más bien tentados a ver en el eventual fracaso del gobierno su única opción de triunfo en las futuras contiendas electorales. En paralelo, la DC correrá cada día más riesgos de aislamiento si persiste en su voluntad de buscar acuerdos legislativos con La Moneda; por último, un escenario económico en que la incertidumbre provocada por la guerra comercial no parece tener horizonte de término, donde el riesgo de una recesión internacional se mantiene al acecho y en el que las reformas legislativas impulsadas en Chile por la autoridad tendrán un camino cada día más cuesta arriba.

Argentina vino a confirmar que en política no hay nada escrito, que una administración cuyos resultados económicos e institucionales fueron desastrosos, con su principal líder convertida en un ícono de la corrupción, igual puede volver al poder si el gobierno que le sigue lo hace suficientemente mal. El efecto demostración es espeluznante, y las consecuencias para Chile, nada buenas.

Publicado en La Tercera.

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