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Sustentabilidad social

Tenemos que definir el Chile que queremos sobrevivir y ser.
Victoria Valdebenito

Victoria Valdebenito


PhD en Educación, The University of Western Australia. Master of Education in Sociology, The University of Western Australia. Socióloga, Universidad de Valparaíso.

La violencia ocurrida en el último mes y la emergencia del movimiento social en nuestro país se originan en profundas heridas y desigualdades, que por siglos han marcado nuestra historia. Las acciones violentas provienen de personas que son violentadas todos los días, por un sistema económico de ideología neoliberal, avalado por muchos de los políticos hoy en poder. Lo que ha predominado por muchas décadas son los intereses egoístas de grupos minoritarios que controlan gran parte de los poderes y las riquezas del país, como muestran datos de organizaciones como la OECD y la CEPAL.

El 1% más acaudalado es dueño del 26,5% del PIB, siendo Chile uno de los dos países más desiguales de la OECD junto con México. En el 2017 el Banco Central de Chile indicó que el quintil más rico concentra el 72% de la riqueza del país. Lo anterior se traduce en que los sistemas de educación, salud, previsional y político en Chile están en crisis. De una u otra forma, todos somos responsables de esto. Y la falta de diálogo político nos trajo a este punto. Es evidente que es urgente tomar una actitud de voluntad política para hacer cambios sustanciales.

Tenemos que definir el Chile que queremos sobrevivir y ser. Y en un mundo globalizado, en una era de calentamiento global, donde la subsistencia de todo el planeta está en juego, hay que pensar en la sustentabilidad social. La sustentabilidad es la interdependencia de los sistemas ambiental, económico y social, y la investigación apunta a que es una condición imprescindible para el desarrollo integral de organizaciones, regiones o de una nación. Es por ello que es imperativo comprender las condiciones que garantizan la sustentabilidad en sus tres dimensiones. Para cuidar la sustentabilidad social, la paz tiene que ser uno de esos valores, sino vamos a extinguirnos. La paz llevada a la acción política es el diálogo y la construcción de justicia social.

¿Qué podemos hacer? Debemos refundarnos. La traducción de esto a la práctica puede hacerse a través de un proceso constituyente con todas las organizaciones sociales, políticas, culturales, y la ciudadanía en general, realizando debates sobre el país que queremos, sus propósitos, la forma de organización que beneficiará a todos los chilenos y al resto del mundo. Tenemos que dialogar y comunicarnos para tomar los consensos sobre las ideas para el futuro, para traducirlas en esa nueva constitución de la que tanto se debate y en políticas públicas. Las universidades, tanto tradicionales como privadas, deben tomar un rol de medicación en esto, facilitando el proceso, proveyendo de metodologías, moderadores, recabando y sistematizando. Asimismo, hay que impulsar el diálogo político, en todos los ámbitos, dándole a los medios de comunicación un rol más constructivo, promoviendo estas campañas. Promover la comunicación es por lo tanto esencial. Esto requiere que seamos responsables de los mensajes que emitimos y sus consecuencias. En la era de la información este es otro valor a cultivar. Tenemos la oportunidad de aprender de la historia y no repetir los mismos errores del pasado.

¿Cómo han logrado otros países sistemas más justos y equitativos? A través del diálogo y sin violencia, tomando decisiones consientes y explícitas para convertirse en países donde la equidad fuera un derecho, sumando a todos los actores sociales, y por sobre todo valorando la justicia social, la participación y el debate. Hoy en día Chile requiere más que nunca de esto en pos de su sustantabilidad/subsistencia. Pongamos fin a la violencia desde todos los sectores y en todas sus formas. No más desigualdad.

Publicado en Le Monde Diplomatique

Sustentabilidad social

Tenemos que definir el Chile que queremos sobrevivir y ser.

La violencia ocurrida en el último mes y la emergencia del movimiento social en nuestro país se originan en profundas heridas y desigualdades, que por siglos han marcado nuestra historia. Las acciones violentas provienen de personas que son violentadas todos los días, por un sistema económico de ideología neoliberal, avalado por muchos de los políticos hoy en poder. Lo que ha predominado por muchas décadas son los intereses egoístas de grupos minoritarios que controlan gran parte de los poderes y las riquezas del país, como muestran datos de organizaciones como la OECD y la CEPAL.

El 1% más acaudalado es dueño del 26,5% del PIB, siendo Chile uno de los dos países más desiguales de la OECD junto con México. En el 2017 el Banco Central de Chile indicó que el quintil más rico concentra el 72% de la riqueza del país. Lo anterior se traduce en que los sistemas de educación, salud, previsional y político en Chile están en crisis. De una u otra forma, todos somos responsables de esto. Y la falta de diálogo político nos trajo a este punto. Es evidente que es urgente tomar una actitud de voluntad política para hacer cambios sustanciales.

Tenemos que definir el Chile que queremos sobrevivir y ser. Y en un mundo globalizado, en una era de calentamiento global, donde la subsistencia de todo el planeta está en juego, hay que pensar en la sustentabilidad social. La sustentabilidad es la interdependencia de los sistemas ambiental, económico y social, y la investigación apunta a que es una condición imprescindible para el desarrollo integral de organizaciones, regiones o de una nación. Es por ello que es imperativo comprender las condiciones que garantizan la sustentabilidad en sus tres dimensiones. Para cuidar la sustentabilidad social, la paz tiene que ser uno de esos valores, sino vamos a extinguirnos. La paz llevada a la acción política es el diálogo y la construcción de justicia social.

¿Qué podemos hacer? Debemos refundarnos. La traducción de esto a la práctica puede hacerse a través de un proceso constituyente con todas las organizaciones sociales, políticas, culturales, y la ciudadanía en general, realizando debates sobre el país que queremos, sus propósitos, la forma de organización que beneficiará a todos los chilenos y al resto del mundo. Tenemos que dialogar y comunicarnos para tomar los consensos sobre las ideas para el futuro, para traducirlas en esa nueva constitución de la que tanto se debate y en políticas públicas. Las universidades, tanto tradicionales como privadas, deben tomar un rol de medicación en esto, facilitando el proceso, proveyendo de metodologías, moderadores, recabando y sistematizando. Asimismo, hay que impulsar el diálogo político, en todos los ámbitos, dándole a los medios de comunicación un rol más constructivo, promoviendo estas campañas. Promover la comunicación es por lo tanto esencial. Esto requiere que seamos responsables de los mensajes que emitimos y sus consecuencias. En la era de la información este es otro valor a cultivar. Tenemos la oportunidad de aprender de la historia y no repetir los mismos errores del pasado.

¿Cómo han logrado otros países sistemas más justos y equitativos? A través del diálogo y sin violencia, tomando decisiones consientes y explícitas para convertirse en países donde la equidad fuera un derecho, sumando a todos los actores sociales, y por sobre todo valorando la justicia social, la participación y el debate. Hoy en día Chile requiere más que nunca de esto en pos de su sustantabilidad/subsistencia. Pongamos fin a la violencia desde todos los sectores y en todas sus formas. No más desigualdad.

Publicado en Le Monde Diplomatique