Solo yo existo

16 de Diciembre 2017 Columnas

Si resulta elegido Guillier. Bachelet dirá que ganó ella. Si resulta victorioso Piñera, dirá que igual ganaron sus ideas. O sea, nunca pierde.

Mucho se ha dicho del intervencionismo de la Presidenta y su gobierno en la campaña electoral. Y es verdad. No hay día en que Bachelet o alguno de sus ministros se abstuvieron de criticar cualquier frase que deslizó Piflera o gente de su comando. Toda la agenda gubernamental estuvo copada y capturada por la elección, convirtiéndose así en actores principales de un evento al que ni siquiera están invitados.

Es cierto, todos los gobiernos tienen derecho a defender su obra; pero de ahí a pretender transformar la elección en una suerte de plebiscito sobre Bachelet, hay un paso gigante. Solo el ego y la arrogancia pueden llevar a pensar aquello. Ellos son los que se van, y como tales, solo tienen un lugar en los libros de historia. Pretender ser parte del futuro, no es algo que esté en los planes de nadie.

La derecha plantea que todo este frenesí por intervenir busca favorecer a Guillier. Se equivocan, porque la maquinaria del gobierno lo único que busca es posicionar a Bachelet y su legado. Tanto así, que es probable que le hayan hecho daño al candidato de la izquierda, porque le han quitado espacio, impidiéndole posicionarse, obligándolo a que su mejor opción sea, simplemente, ser el heredero de Bachelet. O sea, una suerte de títere de la actual administración.

La seguridad de la Presidenta, es parte de su lectura personal de los resultados de la primera vuelta. Pese a que la coalición de gobierno, representada por Guillier, apenas sacó un 22% de los votos, Bachelet no dudó en sumar toda la votación de la izquierda y decir que ella ganó. O sea, Guillier perdió, pero ella no, lo que habla nuevamente de que la mandataria corre por su propio carril.

Esa es, sin duda, una lectura antojadiza, porque lo que muestra la votación en cuestión es que la mayoría no está con su gobierno. Hay una parte significativa que prefiere a la derecha. Hay otra, más pequeña, representada por el Frente Amplio, que quiere una administración más de izquierda. Pero, lo propiamente de ella, es muy menor.

La segunda fuente de esperanza es que Bachelet está subiendo en las encuestas, pero aquello sucede siempre en las últimas etapas de los gobiernos, porque ya nadie está preocupado de ellos, porque se van; no es porque los quieran más.

Nada de esto parece inquietar a Bachelet. A estas alturas, independiente de quien gane, ya tiene escrito el discurso de mañana. Si resulta elegido Guillier, dirá que ganó ella. Si, por el contrario, resulta victorioso Piñera, dirá que igual ganaron sus ideas. O sea, nunca pierde.

Los filósofos tienen una palabra para definir este comportamiento: solipsismo, cuya traducción más simple es “solamente yo existo”. Los psicólogos, por su parte, suelen equiparar el solipsismo con el narcisismo primitivo, el de los recién nacidos, para quienes el mundo exterior solo sirve para satisfacer sus deseos. Vaya forma de despedirse de la Presidenta.

Publicado en La Tercera

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