Sharp: el antes y después

8 de Noviembre 2020 Columnas

“Han sido (días) de una intensidad y de un trabajo que eran difíciles de prever”, dijo el entonces recién asumido Jorge Sharp en una entrevista a El Desconcierto, cuando apenas llevaba tres meses de gestión, todavía sus promesas para la comuna eran una luz de esperanza, el halo de juventud y novedad lo seguían a todas partes e incluso se hablaba de una “sharpmanía”.

Casi cuatro años –y mucha agua bajo el puente- han pasado desde aquella entrevista y lo que sucede hoy, cuando Valparaíso se ha transformado en una ciudad gris, cada vez más sucia, donde la pobreza salta a la vista, con gran parte de su comercio cerrado o destruido y con denuncias contra la gestión del edil, que incluso motivaron a que, esta semana, seis concejales lo acusaran de notable abandono de deberes, pidiendo su destitución ante el Tribunal Electoral Regional.

Todo lo anterior, en un periodo en el que ya la campaña municipal empieza a tomar color, con miras a las elecciones de abril del próximo año, en las que Sharp pretende repostular. Quizás por eso, al ser consultado por las acusaciones de los concejales, se molestó y terminó emplazando a sus denunciantes por oponerse constantemente a su gestión y por ser –según él- del “Rechazo”.

La molestia del edil también se vertió sobre la periodista que le preguntaba, a quien mandó a “tranquilizarse”, en una muestra de mansplaining que nada bien le hace a una gestión que ha pontificado respecto de la igualdad de género. Situación que cobra aún mayor relevancia cuando parte de las acusaciones en su contra tienen que ver con la falta de acuciosidad a la hora de sancionar a su ex jefe de prensa, Patricio Aeschlimann, denunciado por acoso sexual en contra de una funcionaria.

Pero pareciera que el empedrado es el culpable de todos los males. Sin un ápice de mea culpa, Sharp lanzó sus dardos esta semana contra todo lo que se moviera: la comunicadora; los concejales que lo denunciaron; los “pintistas” y “castristas” a quienes acusó de haber dejado Valparaíso sin proyectos. Claro está que cuando la misma periodista le preguntó con qué iniciativas está dejando él la ciudad, decidió cerrar la conferencia de prensa sin responder ni agua va.

El antes y el hoy se convierten entonces en dos realidades casi paralelas en lo que al alcalde concierne. Hace cuatro años era alabado, cuando apenas llevaba unos meses de gestión, por las propuestas principalmente en torno a la limpieza de la ciudad, que se hacían carne. Pero todo eso quedó en nada tras el 18 de octubre –donde el edil nunca logró definirse adecuadamente entre su alma de estudiante revolucionario y su rol de alcalde- y fundamentalmente la ciudad quedó abandonada a su suerte… Y a su basura.

En 2016, Sharp gritaba eufórico –el día que salió electo-: “¡Que lo sepan los poderosos! Hoy llega la gente digna y decente a recuperar Valparaíso” y agregaba “no estamos aquí por azar. Hoy tenemos la oportunidad de que la gente gobierne esta ciudad. Nuestro desafío es vencer la desigualdad”, decía.

Nada de eso ha sido realidad para los porteños, golpeados por el estallido social y la pandemia, que dejó inermes a sus habitantes, negocios y pymes, en una crisis que en realidad venía desde antes, ante la indolencia y ceguera de sus autoridades, incluido Sharp, que no ha sido capaz de cumplir sus propuestas de campaña y levantar a Valparaíso.

Muy atrás quedaron las palabras del edil también al momento de ganar la elección: “Se acabó el duopolio. Se acabaron las malas prácticas, irrumpe hoy desde Valparaíso una nueva fuerza política y social de ciudadanos honestos y dignos”. Probablemente, a estas alturas, lo único cierto de aquellos dichos es haber acabado –por un tiempo al menos- con la alternancia entre la Alianza y la entonces Concertación. Pero las anomalías siguen siendo parte de la gestión municipal –baste recordar el informe de la Contraloría regional por los gastos realizados por la Corporación Municipal de Valparaíso (Cormuval) entre el 1 de enero de 2017 y 30 de junio de 2019-, y la corrupción no quiere alejarse del puerto.

Como en la publicidad de productos para adelgazar, pareciera que en la gestión de Sharp existe un antes y un después. Un antes en el que el alcalde estaba sonriente y la gestión prometía ser honesta, pulcra y ciudadana. Y un después que aparece gris, pobre y sucio. Y aunque el alcalde –ya no tan joven ni novedoso- se niegue a responder los cuestionamientos, será la ciudadanía la encargada de hacerlo rendir cuentas. En una elección en la que los del “rechazo” pueden ser bastantes más.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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