“Se deberá respetar el estado físico y mental” de los peces, prohibiéndose generarles “estrés y dolor innecesario”. Considerando la recepción transversal, la indicación del diputado Brito a la Ley de Pesca sería absurda: una demanda identitaria, de la izquierda woke, que no responde a las preocupaciones ciudadanas, el tipo de propuestas que destruye la confianza en los políticos, etcétera. Se puede discrepar que esta Ley sea el lugar apropiado para esta preocupación. Pero el interés normativo subyacente no es absurdo. Los peces son seres sintientes. Quizás, siguiendo la sabiduría popular, usted piensa que no lo son. Error. La etología como ciencia (y no mero proceder cuasi anecdótico) es reciente, y lo poco que ya sabemos ha destruido mitos, como que los peces no sienten. Y si son sintientes, y sufrir es en principio malo, ¿no es razonable evitarles sufrimiento innecesario?
Las críticas sofisticadas señalan que decretar la relevancia moral de la sintiencia implicaría abrazar el utilitarismo (sacrificando así a algunos en pos de la maximización de la felicidad) e igualar moralmente humanos y animales. Incorrecto. Las arquitectónicas morales son más complejas. Usted puede sostener su relevancia moral para imputar un interés en no sufrir de los animales no-humanos, sin por ello reducir el estatus moral a la sintiencia y renunciar a instituciones apreciadas. De hecho, el código napoleónico por excelencia, el francés, ya reconoce que “los animales son seres vivos dotados de sensibilidad”, sin dejar de considerarlos sujetos al régimen de propiedad.
¿Demanda identitaria? Estas se direccionan al reconocimiento de una identidad o bien identitario. Pero acá no se trata de la identidad animalista, sino de dar expresión legal a una evaluación normativa del hecho científicamente establecido de la sintiencia. ¿Izquierda woke? No hay que ser lumbrera para saber que la preocupación por el bienestar animal no es exclusiva de la izquierda. ¿No responde a la preocupación ciudadana? La política no trata solo de lo urgente, sino también de lo importante. ¿Destrucción de la confianza? Lo que destruye la confianza bien fundada en la política (además del autoservicio descarado de los políticos: como eliminar la multa del voto obligatorio) es declarar la propuesta como absurda sin más, ya que, como el peor populismo, ello muestra indiferencia al conocimiento científico (o al sufrimiento). ¿Implica acabar con una industria cuando requerimos crecimiento económico? No. El criterio es sufrimiento innecesario, y es parte del debate democrático establecer, en vista a objetivos, necesidades, costes y tecnologías, el umbral del sufrimiento “necesario”. Un riesgo de pensar en cajas es meter todo lo que no nos gusta o parece extraño en una con una etiqueta que despreciamos. Por eso hay que esforzarse por sacudir la modorra que embota la inteligencia. Siempre.
Publicada en La Segunda.