¿Será republicano el Partido Republicano?

17 de Junio 2019 Columnas

Los partidos políticos contemporáneos han experimenta- do, durante los últimos 30 años, un lento pero sostenido declive. Este hecho ha impactado negativamente, causando un deterioro de la legitimidad del sistema representativo de las democracias. La actividad de ciudadanos asociados en torno a ideas y principios políticos, y su dedicación a la agencia de intermediación delas demandas de la sociedad civil y el Estado, se consideraba como un servicio al bien común, al pluralismo democrático y al recto debate público. Pero en las últimas décadas, los partidos se han desviado de sus fines originales, a causa de su trasformación en pequeñas élites, cuya aspiración es el nudo poder, la mantención de sus electores a través del clientelismo y las malas prácticas de la corrupción.

La deserción de la militancia es signo patente de esta decadencia. En la última encuesta CEP, la respuesta a la pregunta por el ejercicio de “alguna” actividad partidista marca un 1%, contra un 90% de un sonoro “nunca”.

En este sombrío contexto, crear un partido político es un acto meritorio, noble y lleno de coraje.

En los últimos 10 años se han creado partidos que son expresiones de todas las tendencias del arco izquierda-derecha de nuestro país. Hay que esperar de esas nuevas fundaciones una relegitimación de la democracia representativa.

Naturalmente, no basta con crear un partido, también es necesario que sus ideas y principios provengan del acervo común de libertad e igualdad acumuladas en dos milenios de historia occidental. La democracia representativa, desde el siglo XIX hasta nuestros días, es una emanación de ese acervo. Paradojalmente, en el siglo XX, mientras esta forma de democracia se consolidaba, a la vez, los totalitarismos y dictaduras de izquierda y derecha sostuvieron una lucha sin cuartel para destruirla. Pero felizmente fracasaron, aun cuando queden restos malolientes de sus agentes y oficiantes.

El nuevo Partido Republicano expresa a un sector de la derecha. Esta nueva entidad se reconoce a sí misma como “republicana”. Su nombre designa la intención y la voluntad de sustentar y adscribirse a la “república”, que es un régimen y modo de gobernar que reconoce el principio de la soberanía del pueblo, los derechos humanos, la supremacía de la ley, el estado de derecho, la división de poderes y el sistema representativo. Pero, como es evidente, ahora corresponde probarlo en la práctica. En otras palabras, el Partido Republicano, su declaración de principios y su conducta política, deberán despejar una incógnita: ¿Es republicano el Partido Republicano?

Ahora bien, el Partido Republicano, como todo partido, nace en una determinada coyuntura histórica. La coyuntura más inmediata es la situación concreta de su líder. José Antonio Kast tiene un historial político conservador y el liderazgo que ejerce es fuertemente unipersonal, enérgico y asertivo, pero navega con dificultades en el favor público (la CEP muestra un lugar 16 entre los políticos evaluados, con un 23% positivo y un 43% negativo), y los ciudadanos que le han dado su apoyo electoral constituyen una minoría.

Algunos concluyen que en el Partido Republicano va a restarle electorado a la UDI y RN. Obviamente, cualquier división de un electorado tiene un efecto negativo, pero en este caso, el nuevo partido acrecentará su pequeño electorado si, y solo si, el gobierno de Piñera no alcanza sus grandes metas.

Publicada en La Tercera

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