En el último tiempo, el significativo aumento del número de las organizaciones sin fines de lucro ha demostrado el creciente dinamismo de la sociedad civil y de la filantropía institucional en el país. Estudios recientes han contabilizado más de 100 entidades filantrópicas y casi 15.500 fundaciones y corporaciones sin fines de lucro que concentran más del 80% de los recursos del total de la sociedad civil (CEFIS UAI; Sociedad en Acción, CPPUC).
El significativo aumento en cantidad de entidades filantrópicas ha venido acompañado de un importante desafío: la necesidad de profesionalización del sector. Más aún, cuando se han generado nuevas oportunidades de que el llamado tercer sector participe con más peso en las grandes ligas de incidencia en bienes públicos. Ejemplo de ello es su participación en la iniciativa Compromiso País del MDS, donde, junto con el sector público y privado, activan soluciones para la población más vulnerables del país. O también está el nuevo desarrollo de los contratos de impacto social que integran a inversionistas, organizaciones sociales y sector público, en programas medidos en su efectividad para enfrentar desafíos complejos, como las personas en situación de calle. Participar en estas ligas requiere una conciencia de que ser buenos ya no es suficiente.
La profesionalización, entendida como la capacidad real y efectiva de cumplir los objetivos que las organizaciones se proponen, con un manejo eficiente de recursos (en general escasos), tiene que estar en la cabeza de las entidades sin fines de lucro. Es decir, en sus gobiernos corporativos, “el timón” que guía a la organización a implementar su misión y a resguardar el deber fiduciario que en este caso es doble: con los aportantes y fundadores y con los beneficiarios. En un sector donde los directorios no son remunerados, la práctica de gobernanza es débil, con poca diversidad en su composición y baja renovación. En este marco, es interesante la propuesta de la nueva Guía de Gobernanza Efectiva para Fundaciones y Corporaciones Sin Fines de Lucro, reciente publicación del CEFIS UAI y la Fundación San Carlos de Maipo, que las desafía no solo a integrar buenas prácticas, sino a adoptar y adaptar principios que en muchos casos el mundo empresarial ha desarrollado e incorporado con resultados efectivos.
La gobernanza en el sector social debe ser tanto o más profesional que en otros ámbitos, considerando no solo la responsabilidad ética de quienes ejercen el rol de directores, sino también la responsabilidad sectorial. Ahora, más que nunca, es necesario demostrar que los niveles de gobernanza en el llamado tercer sector son del mismo nivel que en otros, y, sobre todo, adecuados al desafío de incidir en el bienestar de una sociedad.
Publicada en
La Tercera.