Retadores

16 de Febrero 2017 Columnas Noticias

Es poco probable que Fernando Atria y Felipe Kast se queden con las primarias de sus respectivos sectores. Parece casi un hecho que la gran final será entre Alejandro Guillier por la Nueva Mayoría y Sebastián Piñera por ChileVamos. Esa es la primera coincidencia entre Atria y Kast: ninguno llegará a la papeleta. Aunque digan que sus candidaturas no son testimoniales -sería raro que lo dijeran-, ambos tienen clarísimo que sus posibilidades son exiguas. Por lo mismo, no corresponde juzgarlas con esa vara. Atria y Kast no están buscando ganar a toda costa. Están buscando otra cosa. En una frase, están tratando de articular un discurso que desafíe la comodidad doctrinaria de cada coalición.

Partamos por Atria. A pesar de que sus ideas fueron muy relevantes en la estructuración de la narrativa del movimiento estudiantil del 2011 y que por ende sería el candidato perfecto del llamado “Frente Amplio”, ha decidido correr por dentro de la institucionalidad oficialista. Hace un tiempo se convenció de que no había que fundar nuevas organizaciones y entró a militar en el viejo Partido Socialista, que no sólo ofrecía una casa lo suficientemente amplia para desplegar sus ideas sino también lo conectaba con décadas de lucha política y social. Atria ve en esa historia un legado de dignidad que merece ser preservado y proyectado hacia el futuro. Atria podrá ser ídolo de Millennials, pero no piensa políticamente con la misma lógica. Hoy se encuentra en medio de un proceso democrático interno cuyo desenlace es medianamente incierto. En el mejor de los casos, obtiene la nominación del PS. Pero luego vendría Guillier y Lagos. Fin de la historia. Ya es tarde para correr por fuera.

Felipe Kast hizo algo ligeramente distinto. Aunque sigue dentro de las fronteras coalicionales de ChileVamos, lo hace con pyme propia. A pulso y con buenas influencias -se necesita de ambas para transformarse en partido con todas las de la ley tan rápidamente- Evópoli se sienta en la mesa grande de la derecha. Kast cuenta en ese sentido con un buque más modesto que el de Atria, pero este modesto buque está a su nombre. Por lo menos, tiene cara de proyecto generacional. Es un lote que prefirió conscientemente no ponerse la camiseta de la UDI ni de RN. No eran alternativas muy tentadoras, a decir verdad. Kast vio entonces una oportunidad de oro: poner un pequeño quiosco -al comienzo, bastante boutique- al lado de estas dos grandes tiendas ideológicamente indistinguibles. Lo dotó de un relato liberalesco, aunque él mismo sea dudosamente un liberal. Pero con eso basto para distinguirse. Tampoco posee suficiente musculo para amagar a Piñera, pero su tribu meterá ruido. Si llega segundo -por sobre Ossandón y su tío José Antonio, teóricamente- ya es un gran resultado: queda en la pole position para la siguiente y las acciones de Evópoli suben en el universo piñerista que se dispone a gobernar.

Habría sido, hay que decirlo, un extraño placer ver a Fernando Atria y Felipe Kast compitiendo en noviembre. Probablemente, habríamos tenido una conversación política con cierta espesura programática. Atria es un académico, pero un académico público. Es decir, hace esfuerzos por comunicar los fundamentos conceptuales y normativos de sus posiciones. Kast no ha hecho carrera en la universidad sino en la política y el mundo social, pero cuenta con una preparación académica similar. El ministro del Interior Mario Fernández decía que le gustaba el enfrentamiento Lagos vs. Piñera porque, al menos, “ambos tenían doctorados”. Bueno, estos otros también.

En lo particular, Atria es importante para su sector porque participa de una discusión tanto sustantiva como estratégica respecto de las alternativas del proyecto de la izquierda en Chile. Cree, a grandes rasgos, que no hay pensar en un rojo amanecer con el capitalismo de rodillas. Pero sí que el socialismo consiste en avanzar siempre en esa dirección. Hoy, eso significa ampliación de la libertad política y seguridad económica, lo que se traduce en su idioma en profundización democrática vía nueva constitución y en la idea de derechos sociales en educación, salud y previsión. Kast es importante para su sector porque da la sensación de que amplía el campo de mirada de su equipo. Amplitud se había llevado a los pocos liberales que habían. Evópoli les ofrece una casa nueva, pero en el mismo barrio. La candidatura de Kast les dio la oportunidad de diseñar una propuesta política y programática a la medida. En ella destacan las diferencias “valóricas” con sus socios conservadores. No son las únicas novedades, pero destacan justamente porque ahí está la bisagra identitaria. No sería raro que votantes de Velasco 2013 se dieran una vuelta por la primaria de derecha para darle el voto al diputado por Santiago.

Por todo lo anterior, es positivo que Fernando Atria y Felipe Kast sean retadores oficiales. Les hacen un favor a sus conglomerados con una inyección de energía, convicción y contenidos. Le hacen un favor al nivel del debate público. En los tiempos que corren, con eso nos damos por pagados.

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