Las reformas que el gobierno pretende aprobar durante este año quedaron en un limbo: finalmente, la DC decidió someterse a las exigencias impuestas desde el Frente Amplio para ratificar el acuerdo administrativo de la Cámara de Diputados, accediendo a fijar “mínimos comunes” entre todas las fuerzas de oposición. Una señal política contundente respecto a lo que viene, ya que la DC no fue capaz de sostener la autonomía e independencia mostradas durante 2018, y el Frente Amplio terminó de resignarse a que su proyección política está atada al destino de la ex Nueva Mayoría.
En resumen, la probabilidad de que sectores DC puedan apoyar iniciativas del Ejecutivo quedó reducida prácticamente a cero; salvo que estén dispuestos a saltarse los “mínimos comunes” y a quedar ellos faltando a un compromiso adquirido. Pensar, por ejemplo, que la DC va a apoyar la idea de legislar la reforma tributaria si el Frente Amplio y el resto de la ex Nueva Mayoría se oponen, es hoy un escenario inviable. En rigor, los “mínimos comunes”a los cuales la DC terminó por entregarse, serán desde ahora una verdadera camisa de fuerza, cuyas costuras estarán fieramente controladas por los sectores del Frente Amplio que viabilizaron el acuerdo para que el Diputado Silber asuma en la testera.
El gobierno tiene por tanto una difícil travesía, donde no solo sus reformas quedaron en riesgo de rechazo o, al menos, de seria desfiguración, sino que también, deberá enfrentar a una oposición más articulada y más dura, donde no habrá mucho espacio para actores que, en otro escenario, podían haber estado disponibles para convergencias con La Moneda. A este nuevo cuadro contribuyeron sin duda el eficaz chantaje del Frente Amplio y la escasa dignidad de la DC para enfrentarlo, pero también el propio gobierno, cuando decide que la permanencia del subsecretario Castillo en la cartera de Salud, es más relevante que el esfuerzo por seguir generando confianza política y complicidad estratégica con sectores de la Falange.
Para terminar de sellar el nuevo momento, Yasna Provoste asume en estos días la jefatura de la bancada de senadores DC; su primera señal pública fue un documento donde hace una clara defensa de la unidad opositora, de la necesidad de enfrentar al gobierno desde una base política común y de empezar a construir una plataforma de acuerdos futuros. No hay margen, entonces, para otra cosa que no sea la inevitable convergencia de la oposición, lo que hoy le impedirá a la DC aprobar iniciativas del gobierno, pero mañana le va a permitir no quedarse fuera del bloque histórico que, más temprano que tarde, terminarán conformando el PC, el PS y el Frente Amplio. Un proyecto donde la DC no tiene más alternativa que jugar un rol todavía más subordinado que el ya asumió en los tiempos de la Nueva Mayoría.
Es que la necesidad tiene cara de hereje y la mera posibilidad de retornar al poder, por remota que parezca, mueve montañas.
Publicado en
La Tercera.