Reina por un día

3 de Junio 2017 Columnas

La Presidenta aprovechó su última cuenta anual para intentar salir por la puerta ancha. En síntesis, dijo que cuando llegó, encontró un Chile con malestar profundo, que hoy el país es mejor que ayer, y que los que sueñan con volver atrás se encontrarán con la fuerza de un país entero que apoya sus cambios.

Bueno, al día siguiente, la realidad pulverizó todos sus pensamientos, mostrando un diagnóstico totalmente distinto. De acuerdo a la encuesta CEP, la gente está mucho más molesta que antes, piensa que el país está peor y que la mayoría quiere volver atrás. Prueba de ello es que casi nadie está contento con su gestión y la mayoría cree o quiere que Piñera sea el próximo presidente. El candidato deja muy atrás a los que quieren continuar la obra de este gobierno (Guillier y Goic) y casi no considera a los que pretenden ir aún más a la izquierda, como Beatriz Sánchez.

Bachelet sabía que la encuesta CEP saldría al día siguiente de su discurso. Y no había que ser un genio para saber que saldría mal evaluada. Ella, sin embargo, en vez de protegerse, optó por ser reina por un día. Que su último discurso fuera épico, aunque la realidad le dijera otra cosa. En suma, morir con las botas puestas. 
¿Se derechizó Chile? Nada indica que ello sea así. El problema es que la coalición gobernante se fue a la izquierda, pensando que ello era lo que quería la gente, y nadie compró aquello. Por eso, el castigo a este gobierno no es solo porque hace mal las cosas, a estas alturas un dato de la causa. El verdadero problema es su mal diagnóstico. Nadie quería virar a la izquierda. La mejor prueba de ello es la misma Bachelet. En su primer gobierno, con ideas menos radicales, terminó con un 78% de aprobación. Hoy, solo tiene un 18%. La gente no cambió; cambió ella.

Esa es la verdadera fuerza que tiene a Piñera ad portas de ser presidente. No es solo porque esperan una mejor gestión -otro dato cierto-, sino también porque esperan que haya un cambio profundo en la ideología que representó Bachelet en estos años.
Por eso, la CEP no solo está proyectando una derrota de los candidatos de izquierda, sobre todo los más radicales del Frente Amplio; hay algo más profundo: la casi nula sintonía que tiene la gente con el discurso del descontento que se quiso imponer. Y menos que sea el Estado el que dicte las reglas de todo, dejando relegada la libertad individual a segundo plano.

En su primer gobierno, Piñera ganó por el desgaste de la Concertación. Esta vez, ganará porque la Nueva Mayoría abandonó las ideas que con éxito guiaron al país desde que regresó a la democracia, al punto que llegaron a despreciar ese legado, incluyendo el primer mandato de Bachelet.

Bueno, la historia les pasó la cuenta más temprano que tarde. Porque los gobiernos duran cuatro años, pero el actual, si fuera por popularidad, debió haber terminado hace rato. Como sea, cuando ya quedan pocos meses, la cosa parece estar más clara que nunca. La gente quiere cambios, pero no los que prometió Bachelet. Quiere lo que hoy promete Piñera, que es justo lo contrario.

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