Regla fiscal, ¿sinopsis o película?

2 de Octubre 2017 Columnas

En el cine, las sinopsis son un potente medio para tentarnos a volver a las salas. En pocos minutos, nos muestran una cinta supuestamente imperdible. Pero basarse en ese tráiler puede ser una apuesta arriesgada. ¿Quién no se ha ensartado alguna vez con una película que prometía en la sinopsis pero que resultó ser un fiasco? ¿El error? Creer que la sinopsis es representativa del largometraje.

Nuestra regla fiscal, con todos los beneficios que ha acarreado al manejo de las finanzas públicas, tiene algo de este problema de la sinopsis versus la película.

La regla se basa en la saludable premisa que el gasto corriente del fisco no debe estar determinado por sus ingresos corrientes, sino que por sus ingresos cíclicamente ajustados (estructurales) que dependen del crecimiento y del precio del cobre de largo plazo determinados por expertos independientes. Varios son los efectos benéficos: menor discrecionalidad para afectar el ciclo político, menor volatilidad del gasto público y mayor estabilidad en el financiamiento de los programas sociales. Además, y esto es fundamental, en principio la regla garantiza tener finanzas públicas de largo plazo ordenadas.

Digo “en principio” ya que hay ciertas fisuras. Primero, nada muy robusto obliga a que el gobierno de turno cumpla con la meta de saldo fiscal estructural que comprometió para su mandato. Pero incluso si honrara su palabra, ello no es garantía de tener finanzas de largo plazo balanceadas. Es aquí donde emerge el problema de la sinopsis versus la película.

Suponga que, durante su periodo, el gobierno gasta exactamente el equivalente de sus ingresos estructurales, mostrando así un equilibrio fiscal estructural que lo llenará de elogios por su responsabilidad. Esta es la sinopsis.  Imagine ahora que ese mismo gobierno lanzó, con bombos y platillos, una serie de programas que comprometieron gastos que van mucho más allá de su mandato. Esos gastos no aparecen en la sinopsis, pero sí afectan la solvencia fiscal de largo plazo. El aparente rigor fiscal del gobierno puede que ya no sea tal. Esta es la película.

Este problema tiene varios alcances. Primero, la inconsistencia temporal entre sinopsis y película puede inducir a comportamiento estratégico de los gobiernos: siempre será atractivo cortar la cinta de un nuevo programa y que la cuenta, fuera de balance, se refleje en otro gobierno. Segundo, dejar gastos comprometidos restringe el margen de maniobra de futuros gobiernos para implementar el programa con que fueron electos (al menos si quieren ser rigurosos fiscalmente). Esto lesiona la democracia.

Actualmente la Dipres informa ex post los gastos comprometidos a tres años plazo. Es insuficiente. Tal vez sería momento de pensar en incorporar un criterio adicional a nuestra regla fiscal. Uno que, en lugar de reposar únicamente en la sinopsis fiscal estructural, obligue a los gobiernos a internalizar todos los gastos de largo plazo de sus decisiones. Estos gastos podrían cuantificarse en valor presente y los gobiernos, al plantear sus políticas, quedar obligados a dar cuenta ex ante de su sostenibilidad de largo plazo

Esta suerte de regla fiscal en valor presente podría ser de gran utilidad. Y es que, al final del día, en materia fiscal, al igual que en el cine, para saber si la película es buena o mala, conviene mirarla completa.

Publicado en La Tercera.

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