Racionamiento eléctrico: ¿ la historia se repite?

8 de Febrero 2022 Columnas

En 1998, Chile fue golpeado por una de las sequías más grandes de la historia. Con todo, el racionamiento eléctrico que siguió no obedeció a la falta de energía, sino a que el agua de los embalses se usó prematuramente durante el verano de 1998-99 para que no aumentaran los costos marginales de la energía, el precio que pagan los generadores que tienen compromisos contractuales de venta de energía que exceden a la cantidad de energía que generan. A eso se le sumó que la autoridad se negó a zanjar las disputas entre generadores, para evitar que los deficitarios pagaran el costo de falla por la energía no suministrada. La consecuencia de las malas decisiones fue que, hasta que llegaron las lluvias en el invierno de 1999, hubo racionamiento e incluso cortes rotativos.

Casi un cuarto de siglo después, estamos viviendo una sequía, que este año es casi tan profunda como la de 1998-99 y que en gran medida se ha prolongado por once años. En agosto del año pasado el Ministerio de Energía decretó medidas preventivas, entre ellas algunas para establecer una reserva de agua. Y hace unos días extendió el decreto hasta septiembre y le encargó al Coordinador Eléctrico Nacional (CEN) coordinar y centralizar las compras de diésel. Estas medidas obedecen en parte a que hoy los embalses están al 25% de su capacidad de almacenamiento y a que la cantidad de diésel disponible es limitada. Pero la preocupación del Ministerio y el CEN por un posible racionamiento convive con la realidad un tanto disonante de la operación real del sistema.

En efecto, un estudio de Breves de Energía simuló la operación del Sistema Eléctrico Nacional durante los primeros tres meses de este año y concluyó que si el CEN continúa operando como hasta ahora, y suponiendo que la hidrología se comportará ¡ como en los últimos 25 años, a fines de marzo el nivel de los embalses bajaría al 15% de su capacidad, dejando al suministro del segundo trimestre expuesto a un nuevo año seco, o bien, a alguna falla de una central de gran tamaño. ¿Por qué se está usando tan rápido el agua embalsada? La principal razón es que hasta diciembre del año pasado el CEN suponía que durante 2022 la hidrología sería algo más seca que el promedio de los últimos 60 años.

Si así fuera, durante el próximo invierno las precipitaciones serían más abundantes de lo que han sido durante los once últimos años y convendría usar el agua ahora para no generar durante el verano con carbón, gas y diésel. Sin embargo, un indicio de que los supuestos del CEN no son los más apropiados es que el modelo está diciendo que por el momento el agua es abundante y barata y no conviene guardarla. Pero si así fuera, ¿para qué son los decretos de racionamiento preventivo? ¿Y por qué los generadores que usan gas natural se quejan de que no pueden generar todo lo que el despacho les dice y quieren que el gas sea “inflexible”? Si, al contrario del CEN, se supone que durante el próximo año la hidrología se comportará como durante los últimos 11 años, que han sido considerablemente más secos, el estudio de Breves de Energía muestra que no conviene usar el agua de los embalses, sino que mantenerlos en su nivel actual al menos hasta marzo, en prevención de que la sequía se prolongue durante el siguiente invierno, Eso sumaría reservas de poco más de 900.000 MWh adicionales, lo que permitiría generar unos 422 MWh más en cada hora durante todo el segundo trimestre. Esto es alrededor del 5% de la capacidad total de generación, pero en momentos de escasez puede ser suficiente para evitar un racionamiento.

Por cierto, el uso más prudente del agua conlleva costos de operación más altos, porque aumentaría la generación con gas natural e, incluso, diésel (aunque por debajo del límite diario de distribución local); así, los costos marginales casi se duplicarían. Pero esta es precisamente la señal de que el sistema está cerca del racionamiento, que el aguas valiosa y que conviene conservarla. Los costos marginales altos también premian a los generadores que negocian reducciones de consumo con sus clientes, haciendo menos probable un racionamiento. Por último, estimulan los proyectos de acumulación de energía tales como. Las baterías, las plantas termosolares o las centrales de bombeo. Lamentablemente, la Comisión Nacional de Energía y el CEN han tomado varias medidas para mantener bajos los costos marginales. Por eso, tal como en el verano de 1998-99, el agua de los embalses se está usando antes de tiempo y no hay incentivos para negociar reducciones de consumo con los clientes. El riesgo es que si este invierno de nuevo es seco y las lluvias tardan en llegar o no llegan, seguramente se repetirá la historia y habrá racionamiento.

Publicado en El Mercurio junto a José Manuel Contardo de Hidromaule y Cristián Muñoz de Breves de Energía.

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