¿Quién dijo que todo está perdido?
Graciela Muniz
En los 90, Fito Páez tuvo uno de sus tantos éxitos con una canción que empieza preguntando “Quién dijo que todo está perdido?” Después de leer la noticia de que un nuevo ensayo clínico en el que se evaluó la performance de una droga para la enfermedad de Alzheimer dio un resultado negativo, esta primera estrofa de la canción de Fito me parece más que pertinente.
Este nuevo ensayo clínico fue llevado a cabo por la empresa farmacéutica Roche y evaluó una droga llamada gantenerumab, que fue diseñada con el propósito de remover unas proteínas llamadas beta-amiloide del cerebro y cuya acumulación se supone puede ser uno de los factores desencadenantes de la enfermedad de alzheimer. El estudio, además, era particularmente interesante porque la droga es inyectable, lo que, en caso de haber sido exitosa y aprobada por los organismos correspondientes, la hubiese hecho de fácil administración.
Si bien los resultados sugieren que la droga tuvo cierto efecto positivo en los pacientes que la recibieron, éstos no fueron lo suficientemente robustos estadísticamente como para que el estudio fuese considerado satisfactorio.
Claramente estos resultados son desalentadores y seguramente muchísimas personas habrán recibido la noticia con gran desazón pensando en sus seres queridos.
Sin embargo, este estudio, así como los cientos de estudios previos realizados antes y que tampoco arrojaron resultados concluyentes, deberían servirnos de recordatorio de la imperiosa necesidad de establecer políticas que apunten a la prevención de la neurodegeneración.
Recientemente, la Organización Mundial de la Salud produjo un documento exponiendo la necesidad del trabajo intersectorial para mejorar las acciones que permitan la optimización de la salud cerebral. Esta necesidad de trabajo intersectorial se hace aun más evidente cuando pensamos en algunos de los determinantes de la salud cerebral a nivel individual y social tales como el hacer ejercicio físico, vivir en un entorno saludable y seguro, tener contactos y actividades sociales y cognitivamente estimulantes y el acceso a servicios de salud.
Para que todos los miembros de la sociedad tengamos igualdad de oportunidades de preservar nuestra salud cerebral, la interacción de sistemas públicos y privados- desde los educativos hasta los proveedores de salud, planificadores urbanos y cuerpos legislativos- que faciliten que podamos vivir en entornos saludables y adoptar los comportamientos de protección de nuestra salud cerebral resulta imprescindible. En Latinoamérica, algunos países están trabajando en el desarrollo de políticas de salud cerebral. Entre ellos, Uruguay, que estableció un programa de salud cerebral en marzo 2020.
Queda mucho por hacer, en Uruguay y en los demás países del continente. Pero estamos dando los primeros pasos y avanzando en la dirección correcta, así que Quién dijo que todo esta perdido?
Publicada en La Tercera.