¿Qué hay en el menú de las izquierdas?

23 de Octubre 2022 Columnas

En mi tierra natal, la vetusta Castilla, es costumbre que en las comidas dominicales se sirva un plato llamado cocido. Esta receta, de origen hebreo, consiste en una profusión de ingredientes a cada cual más exquisito: garbanzos, arvejas, zanahorias, porotos, papas, tocino, gallina, ternera, jamón serrano, chorizo, prieta, fideos, etc. Simplemente delicioso.

Pero, ¡alerta!, para que tal mezcla de productos no se convierta en un brebaje incomestible, hay que cumplir algunas normas. En primer lugar, sus distintos componentes deben guardar entre sí una armonía precisa: las carnes no pueden rebasar a los vegetales y estos deben respetar unas proporciones bien delimitadas. Ciertamente, existen distintas versiones del cocido. El cocido lebaniego lleva oreja de cerdo; el extremeño incorpora las habas; el maragato introduce todos los embutidos imaginables; y hasta se puede preparar un insípido cocido light si uno padece de sobrepeso. Ahora bien, he aquí la norma de oro: el cocido puede prescindir de casi todo, menos de los garbanzos. Si estos no constituyen su base, entonces dicho plato no puede ser tenido por un cocido, sino por una bazofia mosaica de sabores disolutos.

Pues bien, si atendemos a Michael Freeden, profesor de historia y ciencias políticas en la Universidad de Oxford, las ideologías se parecen mucho al cocido. Freeden nos explica que los sistemas ideológicos modernos son constelaciones de creencias que ayudan a los grupos humanos a definir horizontes ideales para la sociedad. Eso sí, las ideologías, al igual que el cocido, necesitan distribuir y jerarquizar bien sus ingredientes si quieren que la gente se las coma. Todas ellas tienen teorías nucleares y teorías periféricas. Es decir, ideas que son imprescindibles -como los garbanzos- y otras que pueden variar -como las papas o la prieta-. Las izquierdas tuvieron muy clara su idea central durante los siglos pasados. Sus partidos e intelectuales aspiraban a lograr la igualdad sustantiva de condiciones morales y materiales de todos los seres humanos, procurando la socialización de la riqueza. Sobre este sustrato, las distintas agrupaciones de izquierda agregaron sus propios acompañantes: los anarquistas, las comunas y los sindicatos; los socialdemócratas, las urnas y los impuestos progresivos; los comunistas, la estatización de las fuerzas de producción.

Sin embargo, los discretos resultados de las izquierdas en las elecciones que se han celebrado por todo el mundo en 2022, nos dejan la impresión de que sus potenciales votantes ya no saben muy bien qué hay en su menú. Pareciera que las premisas de la igualdad, de la justicia social y de la hermandad universal se han visto opacadas por una cacofonía esquizofrénica. Los derechos sexuales, los identitarismos, el asamblearismo, el animalismo y toda otra panoplia de ismos han prevalecido en el foro mediático. Entre tanto chorizo, poroto y zanahoria, apenas se avizoran los garbanzos y los apetitos se esfuman.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

 

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