Primarias: ¿alguien bailará con la “fea”?

16 de Abril 2017 Columnas Noticias

No es una historia nueva. Ya antes de las primarias de 2009 -aquellas en que el PS Camilo Escalona garabateó en cámara y frente a todo Chile al entonces perdedor, el radical José Antonio Gómez-, el oficialismo aparecía tensionado por la realización de estas elecciones preliminares del conglomerado.

Tanto, que el PRSD pedía “honrar el compromiso” de definir al abanderado de cara a la ciudadanía y el mismo Gómez (hoy ministro de Defensa) hablaba de “falta de respeto”, por los continuos intentos de los máximos dirigentes concertacionistas para que depusiera su candidatura.

En ese entonces, Sebastián Piñera -que en todas las encuestas marcaba por sobre el DC Eduardo Frei- se reía de las discusiones al interior del conglomerado de gobierno e incluso, desde Talca, afirmaba que “uno aprende más acá en el rodeo que en las primarias de la Concertación”.

Antes de aquello, este tipo de definición era motivo de orgullo al interior de la coalición de centro izquierda. En 2005, cuando las primeras candidatas mujeres con posibilidades de llegar a La Moneda -las ministras de Ricardo Lagos Soledad Alvear y Michelle Bachelet- se enfrentaban, como diría Arturo Prat, en una contienda desigual, las primarias eran una condición sine qua non para definir al abanderado, aunque finalmente ese año no se realizaron (luego de que la dirigente democratacristiana bajó su candidatura).

De hecho, exactamente en abril de 2005, el entonces Presidente Lagos interpelaba a la derecha, señalando que “las primarias de la Concertación son una institución que ya está establecida”. Decía además que era “un ejercicio democrático importante en el país, como la Concertación siempre ha hecho para resolver sus diferencias” y advertía: “Qué diferencia respecto de la forma de designar los candidatos en uno y otro sector”, refiriéndose a la Alianza por Chile. Doce años después, redes sociales y empoderamiento ciudadano de por medio, se esperaba que tanto Chile Vamos como la Nueva Mayoría realizaran primarias. Tal como sucedió en 2013, se preveía que ambos conglomerados llegaran a la papeleta en julio. Sin embargo, y a juzgar por las declaraciones de estos últimos días, podría ser que esta vez ambos conglomerados se coman sus palabras y ninguno defina a su candidato a través de una consulta ciudadana. Hoy el oficialismo y también la oposición dan vuelta la cara al proceso de primarias, el mismo por el que tanto discutieron y se la jugaron a la hora de establecerlas de manera legal. Y precisamente lo hacen en el momento en que la gente (no voy a hablar del votante, porque ese es una especie en peligro de extinción) pide más participación y menos decisiones a puertas cerradas (petición que, parece, el socialismo no escuchó).

La Nueva Mayoría sigue enfrascada en una disputa que más parece cumpleaños de monos, tras la bomba lanzada por el PS el domingo pasado, que terminó con la caída del histórico expresidente Lagos. El panorama muestra un Partido Radical empoderado a concho -gracias al rendimiento (hasta ahora) de Alejandro Guillier en las encuestas-; un socialismo que prefirió colgarse del cuello (y de la popularidad) del periodista que respaldar a uno de los suyos, y un PPD huérfano de abanderado, que mira desde la galería sabiendo que deberá adherir al comunicador, pero pensando en cómo salir lo menos humillado posible de esta batalla. Por otro lado, con una DC que no ve con malos ojos llegar a primera vuelta con su abanderada, Carolina Goic, y así recuperar algo de su fuerza de antaño. O, a lo menos, tener la dignidad de caer en buena lid.

En Chile Vamos, la cosa parecía estar más ordenada. Pero el bichito de la primera vuelta empezó a rondar también por esos pasillos. Porque a partir de la bajada de Lagos, aparecieron las voces -antes ocultas- llamando a saltarse la jornada de julio y llegar, derechamente, a la elección en noviembre. Nicolás Monckeberg y Andrés Chadwick ya alzaron la consigna: A Sebastián Piñera no le conviene hacer primarias.

La pregunta ahora pasa por el momento político que vive el país. Los conglomerados debieran evaluar si tiene sentido -en términos de supervivencia, al menos- tomar decisiones a puertas cerradas, hacerse cargo del costo público que ello significa (si no, pregúntele al PS) y seguir hasta una primera vuelta durante siete meses, con flancos abiertos dentro de las mismas coaliciones con francotiradores que estarán permanentemente horadando la credibilidad de los candidatos estrella, en vez de consultar a las bases, limar las heridas y aunar voluntades en torno a quienes salgan ganadores de esa definición.

Contenido relacionado

Redes Sociales

Instagram