- Doctor en Historia, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile, 2012.
- Magíster en Historia, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
- Licenciado en Humanidades, Ciencias de la Comunicación y Ciencias de la Educación, Universidad Adolfo Ibáñez.
- Periodista y Profesor, Universidad Adolfo Ibáñez.
Portillo, tan lejos, tan cerca
Gonzalo Serrano
A 200 kilómetros de Valparaíso se encuentra Portillo, uno de los centros de esquí más cotizados de Latinoamérica, pero lejano a los habitantes de nuestra región. Este centro y su historia, por los elevados costos de este deporte, resultan desconocidos para la mayoría de los porteños, para quienes la nieve pareciera existir sólo en las películas.
Los orígenes de este deporte son discutidos. Muchos se lo atribuyen, aunque resulta obvio que surgió ante la necesidad de poder movilizarse en zonas nevadas. Fue esa misma circunstancia la que transformó una simple montaña en el centro de esquí más antiguo de América del Sur y también uno de los más atractivos.
La historia de Portillo se inició a raíz de los primeros estudios para construir un ferrocarril que uniría a Argentina con Chile. Los ingenieros ingleses a cargo de estas labores, a fines del siglo XIX, utilizaron los esquíes como un medio de desplazamiento natural durante el crudo invierno que afecta a esa zona.
Una vez que se aprobó el proyecto del tren, el uso del esquí se hizo habitual entre los ingenieros como un medio de transporte, pero a su vez como una entretención en un lugar alejado de la civilización. Cuando el tren comenzó a funcionar, la montaña, la misma que había costado tanto horadar, se reveló frente a los ojos de los ingenieros como una magnífica pista de esquí. Luego, aprovecharon la lentitud de las máquinas para utilizar el tren a modo de andarivel.
Al igual como sucedió con otros deportes, Valparaíso se constituyó en la cuna del primer club de esquí que, en este caso, fue el Club Alemán de Excursionismo, fundado en 1909 según unas fuentes, y en 1925 según otras. El año 1931, apuntaba Juan Grandi en una crónica de este Diario, surgió el "Ski Club Chile", el primero de dedicación exclusiva.
Un par de décadas más tarde eran habituales los paseos próximos a la Laguna del Inca que bautizaron como "Portillo", según como se denomina a un camino angosto entre dos alturas. Ahí se construyó un primer andarivel y una cabaña que sirvió de refugio.
La edificación del hotel se frenó a raíz de la segunda guerra mundial. Sin embargo, gracias al impulso de la Corfo, se consiguió la creación del Gran Hotel Portillo, inaugurado en 1949 con 125 habitaciones, dos andariveles de silla para una persona y uno de arrastre. Los trabajos de mantención contaban con la colaboración de la Escuela de Alta Montaña del Ejército, ubicada cerca del hotel.
La labor del Estado no se concentró sólo en el financiamiento de este hotel, sino de una red de hoteles a lo largo del país. Después de la crisis económica de 1929, los planes de desarrollo económico del Estado apuntaron a distintas áreas, constituyendo el turismo una de las que poseía mayor potencial, gracias a la internacionalización del mercado y al mejoramiento de las comunicaciones. Consecuente con esto, llegó a Chile el alemán Günther Deltze von Lobenthal, contratado por el Departamento de Turismo del Ministerio de Fomento, para iniciar los primeros cursos especiales de esquí.
Las dificultades económicas que significaba para el Estado mantener un centro de estas características obligaron a las autoridades de la época a privatizar el Hotel Portillo el año 1961. Hasta esa fecha, el acceso al hotel sólo era posible a través del ferrocarril, un medio que funcionaba de forma irregular durante el invierno que era, justamente, la mejor época para el centro. A pesar de estas dificultades, el gran salto internacional se realizó cuando el presidente Eduardo Frei, junto al presidente de la Federación Internacional de Ski, inauguró el Campeonato Mundial de este deporte en 1966.
Fue este torneo el que transformó a Portillo en un centro internacional de esquí, una escala perfecta para estadounidenses y europeos que enrocan su verano por el invierno chileno. Una realidad bastante lejana a la mayoría de los habitantes de nuestra zona que sueña con, algún día, conocer la nieve.
Publicado en El Mercurio Valparaíso.