Es llamativa la dinámica que se desarrolla en Bolivia en relación al proceso previo a los alegatos orales ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Esta situación liderada por el Presidente Evo Morales como una cruzada personal, está contaminada por las aspiraciones que alberga de reelegirse de forma inconstitucional y contra los resultados de un plebiscito que rechazo dicha opción.
Las declaraciones del expresidente boliviano Jaime Paz Zamora, quien se resta de la comitiva que acompañará la peculiar presencia de Morales en La Haya, se suma a diversas columnas de opinión, incluyendo unas del propio vocero de la demanda, Carlos Mesa, quien plantea que no es posible combinar la reelección con la demanda. Lo anterior abre una perspectiva compleja, pues queda claro que la opción por el conflicto con Chile, por los insultos y la agresión, incluyendo insólitas visitas inspectivas de sus autoridades y declaraciones desafortunadas, obedecen a una estrategia de Evo y su regímen político particular, no de los bolivianos.
En un contexto así es difícil recordar que lo que pide el gobierno de Evo Morales ante La Haya es una negociación de buena fe. La interrogante es si esto es posible con un líder político a quien se acusa de usar algo tan relevante como una demanda internacional como vehículo para violar la Constitución de su país (y que quienes lo acusen sean nada menos que expresidentes y el propio vocero de la misma demanda).
Publicado en
La Tercera.