Patriotismo constitucional

21 de Noviembre 2019 Columnas

El debate constitucional de las últimas semanas se ha concentrado en cómo se logró el acuerdo para un nuevo texto y, sobre todo, en cómo se lo ha de implementar. Lentamente, imagino, iremos transitando hacia el debate de contenidos, por lo que en esta columna me interesa reflexionar sobre los principios y valores que debieran estar a la base del nuevo texto constitucional. Me concentro en una tradición que no es particularmente conocida en Chile pero que puede ser importante a la hora de hacer avanzar el debate para una constitución democrática.

La idea de patriotismo constitucional fue acuñada a mediados de la década del 50 del siglo pasado por el filósofo Karl Jaspers. En las últimas tres décadas, tomó visibilidad global gracias a la formulación de ella que le dio el filósofo Jürgen Habermas en el contexto del debate sobre la necesidad, o no, de una constitución europea. La idea de patriotismo constitucional surge en el contexto de la crisis social, política y sobre todo moral que representó el régimen nazi en la historia de Alemania. La idea, muy simple, que está a su base es que dada la catástrofe total que significó el nazismo ya no hay tradiciones nacionales de las cuáles sentirse orgullosos y que puedan servir para refundar el orden social. Puesto que ninguno de los recursos simbólicos o materiales tradicionales de la nación quedó incólume, entonces una nueva constitución, una constitución comprometida fundamentalmente con la democracia, puede tal tez jugar tal rol unificador.
En el contexto chileno, son las posiciones más extremas las que parecen hasta aquí llevar la delantera al menos en su presencia en el debate público. Frente a ellas, el patriotismo constitucional tiene la virtud de mostrar el autoritarismo que es propio de quienes, en la derecha, hablan de “pulsiones nacionales” que habrán de ser encarnadas en un líder carismático, así como de quienes, en la izquierda, creen que la voluntad del “pueblo movilizado” puede interpretarse de forma pura e inequívoca.
Para el patriotismo constitucional, los valores que deben quedar en el centro de la constitución son fundamentalmente 3: un compromiso irrestricto del Estado con los derechos humanos de todos quienes residen en el país, derechos sociales garantizados universalmente que permitan el desarrollo de una vida digna, y promoción de las libertades individuales con sujeción a la igualdad ante la ley.
Por supuesto, toda idea de patriotismo puede devenir problemática y ese es un riesgo que debemos asumir. Pero justamente lo característico de la idea de patriotismo constitucional es que el orgullo por la nación no descansa en esencialismo cultural alguno, ni en el éxito económico, ni menos aún en el uso de la fuerza o el poderío militar. Solo puede basarse en una adhesión irrestricta a una constitución redactada en democracia y que busca sobre todo profundizar la propia democracia. Una constitución de la cual sentirse genuinamente orgullosos.
Publicado en Emol.
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