Paridad histórica, pero a medias

8 de Marzo 2020 Columnas

Habría sido esperable la unanimidad. Así lo planteó la diputada RN Marcela Sabat y efectivamente debió ser así. No obstante, el hecho de que el Congreso haya votado a favor de la ley que establece la paridad de género en la convención constituyente es un hecho histórico para nuestro país y que merece ser destacado, precisamente cuando hoy se conmemora el Día Internacional de la Mujer y miles –quizás millones- se aprestan para participar en las marchas y encuentros convocados en todo el país.

La aprobación de esta normativa con miras a la nueva Constitución forma parte de un camino largo, que partió con dificultades hoy inimaginables -algunas de las cuales paradójicamente aún subsisten- y que ha tenido hitos claves, como el derecho a voto de las mujeres, obtenido en la mitad del siglo pasado; la ley de divorcio; el establecimiento del femicidio como figura penal; el aborto en tres causales; la creación del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, y ahora la paridad en el proceso constituyente.

Por primera vez en la historia, una Constitución será redactada por hombres y mujeres, en igualdad de condiciones, que podrán dar una mirada amplia de la sociedad que queremos construir, sin sesgos de género que mantengan a las mujeres en la categoría de ciudadanas de segunda clase que han tenido durante gran parte de la existencia de nuestro país. En realidad, por primera vez la Carta Fundamental recogerá una visión del Chile que realmente tenemos, en el que el 51% de sus habitantes son precisamente mujeres. Una mitad tradicionalmente invisibilizada y que ahora podrá poner su sello.

Pero ciertamente la discusión y el resultado de esta normativa no son perfectos. Las dificultades que precedieron la votación –y que en algún momento parecieron hacer tambalear el proyecto- realmente parecen extemporáneas o sacadas de un afiche de 1950. No se puede creer que haya parlamentarios que todavía –habiendo pasado más de medio siglo y considerando la potencia del movimiento feminista el año pasado, el estallido del 18-10 y la fuerza de Las Tesis- sigan sin escuchar lo que demanda la sociedad.

Es impresentable que un ministro de Estado como el titular de la Segpres, Felipe Ward, encabezara una reunión en la que los jefes de las bancadas oficialistas buscaran –durante la mañana del miércoles- coordinar a sus parlamentarios y parlamentarias para dejar caer la iniciativa y así poder presentar otra que ya había sido rechazada previamente. Este tipo de calculadoras y negociaciones por debajo de la mesa son precisamente las que critica hoy la sociedad.

Es inentendible además que esta normativa se aplique solamente para los constituyentes que sean electos por la ciudadanía. Es decir, si en el plebiscito del 26 de abril se aprueba la opción de la convención constituyente –donde todos sus miembros serán escogidos- sí habrá paridad. ¿Pero qué sucede si triunfa la convención mixta? Entonces, el equilibrio entre ambos sexos solo será válida para los 86 miembros electos, no así para los parlamentarios que serán designados por el Congreso.

Las principales críticas de los seis senadores y tres diputados que votaron en contra, además de los 56 parlamentarios que se abstuvieron, se concentraron en el ajuste que hace el sistema en los distritos donde no se produce naturalmente una representación equitativa. A su juicio, dicha corrección significa “meter la mano en la urna”. Por lo mismo, muchos preferían un sistema de entrada, como el que existe para las elecciones parlamentarias.

Sin embargo, dicho sistema –aplicado por primera vez en las pasadas elecciones de 2017-, que intentaba corregir la baja proporción de mujeres en el Congreso, no fue del todo eficiente. En la práctica, todavía las mujeres conforman apenas un cuarto del Parlamento. ¿Por qué? Porque como dice el dicho popular, “hecha la ley, hecha la trampa”. En concreto, los partidos muchas veces rellenaron sus listas con candidatas que no eran competitivas precisamente para que los postulantes masculinos fueran electos y no se vieran “opacados” por figuras femeninas.

Lo cierto es que la ley aprobada esta semana es una buena noticia, que merece ser reconocida en este 8M, pero no nos engañemos: es una paridad a medias, solo válida en el caso de que el 26 de abril gane la opción de la convención constituyente, y sin ninguna vigencia para el resto de las elecciones que se producirán en octubre –alcaldes, concejales y gobernadores regionales- ni tampoco para las parlamentarias del próximo año.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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