Difícil desafío buscar acuerdos con el gobierno cuando no existen en la propia oposición; cuando aquellos que en la actualidad tienen la fuerza para imponer su agenda al resto -PC y Frente Amplio- deciden no participar del esfuerzo. Además, cuando los candidatos mejor posicionados del sector -Pamela Jiles y Daniel Jadue- cuestionan lo que consideran un intento de “salvataje” de Sebastián Piñera, en su momento de mayor debilidad.
En este cuadro y ante la inminencia del escenario electoral, el margen de maniobra de Yasna Provoste se ha ido reduciendo. En rigor, los flancos abiertos a partir de esta iniciativa tienen riesgos relevantes para todos los sectores, incluida la propia DC; entre otras cosas, su candidata presidencial -Ximena Rincón- con un débil respaldo en las encuestas, ahora aparece amenazada por el posicionamiento que esta iniciativa otorga a la presidenta del Senado.
La división opositora y el paupérrimo respaldo que ostentan las candidaturas presidenciales de la ex Concertación hacen que este esfuerzo por construir “mínimos comunes” con el gobierno tenga escasas proyecciones. Así, avanzar en un acuerdo que da tiempo y oxígeno a Piñera, que no tiene respaldo en el PC y el FA, y que además expone el fracaso de las opciones presidenciales del resto de la centroizquierda, no parece viable. Más todavía cuando el 18 de mayo los pactos y candidatos a las primarias deben quedar inscritos, es decir, cuando en un campo opositor sin unidad, se tienda a reforzar la lógica de la competencia.
En lo inmediato, el gobierno obtiene un dividendo político de este acercamiento, ya que éste supone al menos una señal de confianza en sus intenciones y lo reinstala como interlocutor válido. La Moneda tiene así un respiro que le permite concentrarse en tratar de impedir una debacle electoral del oficialismo el próximo fin de semana. Si como es probable, al final la oposición decide salir en bloque a calificar de insuficiente y mezquina la oferta que haga el gobierno, dando por cerrada la posibilidad de un acuerdo, ello difícilmente alcanzará a ocurrir esta semana.
En resumen, dos factores estructurales limitan severamente las posibilidades y el alcance de esta iniciativa. El primero y más de fondo es la división opositora, reforzada por el desacuerdo respecto a considerar a Piñera una contraparte legítima. Se agrega a ello que las opciones presidenciales mejor posicionadas pertenecen a los sectores que rechazan toda posibilidad de acuerdo con La Moneda.
El otro factor es la inmensa soledad del gobierno, su carencia de diseño y fuerza política, la discapacidad en que lo dejó su propia coalición. Así, salvo que los mínimos comunes terminen siendo otra vez la rendición a una agenda impuesta por sus opositores, el Ejecutivo solo puede aspirar a ganar algo de tiempo y un mínimo de distensión.
Publicada en La Tercera.