Mensaje presidencial de 1923

4 de Junio 2023 Columnas

Hace exactamente un siglo, el presidente Arturo Alessandri en el Congreso Nacional, que por ese entonces tenía su sede en la capital, inauguraba de forma oficial las sesiones de ambas cámaras en el salón de honor.

Claro, era un Chile muy distinto al de hoy. Con menos de 4 millones de habitantes, el país era bastante más pobre e intentaba salir adelante con un nuevo impulso a la industria de salitrera. Por dar un par de ejemplos de nuestra miseria, el consumo de carne promedio alcanzaba los 30 kilos por persona, muy lejos de los 90 que se consumen ahora. Y, en términos de salud, un 45% de los fallecimientos correspondía a niños menores de diez años (hoy es un porcentaje marginal). Los crímenes y la delincuencia existían, obviamente, pero la justicia se podía mostrar implacable. Por citar un caso, la crónica policial del 2 de junio de 1923 destacaba la pena de 541 días de cárcel para el autor del robo de tres bolas de billar.

Volviendo al mensaje presidencial, éste se inició con las relaciones exteriores. A cuatro décadas de finalizada la guerra del Pacífico, la situación de Tacna y Arica seguía siendo un tema pendiente entre Chile y Perú (tendrían que pasar seis años antes de llegar a un acuerdo).

Otro tema, no tan lejano en el tiempo, era el de la colonización en el sur y la propiedad de las tierras. Decía el presidente: “Es de sumo interés el problema de la constitución legal de la propiedad indígena, de su goce y su disposición como un medio de dar término a las innumerables contiendas que surgen a diario entre los aborígenes de nuestra raza”.

Sin embargo, el principal llamado de Alessandri tenía relación con el proyecto de un Código del Trabajo que había sido presentado en 1921 y que buscaba solucionar los problemas de los obreros: “He ofrecido reiteradamente y en diversas ocasiones mi concurso personal para la dictación de este conjunto de disposiciones de tanta trascendencia y, hasta hoy, no se ha obtenido ninguna ley social”. Aparecían, entre las prioridades, leyes referidas al contrato de trabajo, higiene y seguridad, trabajo de mujeres y niños.

Sobre este último punto, abundaban en la prensa avisos de personas que necesitaban niños para diversas tareas: niña para el servicio de la casa; niña que sepa lavar; niño para mandados; niño grande para florería; niño de 12 a 14 para aseo; niño de 15 para mozo, etc. Las urgencias económicas de los padres los obligaban a mandar a sus hijos a laborar desde temprano.

Si en el discurso presidencial Gabriel Boric se refirió a los incendios del sur, en esa oportunidad el problema había sido (era que no) un terremoto que había afectado a la provincia de Atacama y que había dejado a muchos de sus habitantes en la indigencia y el desamparo.

El tema de la educación, en tanto, fue otro de los ejes del mensaje de Alessandri: “La tarea de educar al pueblo y a las generaciones venideras no puede ser el botín de luchas políticas (…) Hagamos para la enseñanza una unión sagrada”, dijo. Además, agregaba: “Métodos, planes de estudio, sueldos y jubilaciones, exigen una revisión completa”, en una mirada crítica que sigue vigente.

Otro ítem que preocupaba a Alessandri, vaya casualidad, era el constitucional: “las leyes y sobre todo las que sirven de base constitutiva a la organización de los pueblos, deben corresponde al estado social del momento histórico que rigen”. El presidente quería reformular la carta fundamental que había sido dictada hacía 90 años y que había terminado derivando en un régimen de carácter parlamentario.

Lamentablemente para Alessandri, 460 días después de su mensaje, ninguno de los cambios propuestos se había llevado a cabo. Por esta razón, cuando los congresistas discutían instituir una dieta parlamentaria, un grupo de oficiales irrumpió en el Congreso haciendo sonar sus sables en agosto de 1924, dando un giro dramático a la historia. Hoy, en cambio, y pese a los múltiples problemas y críticas, el panorama resulta bastante más alentador.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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