Más allá de lo evidente

30 de Julio 2020 Columnas

En general, tendemos a creer que hay algunos servicios más relevantes que otros en términos de nuestro bienestar colectivo e individual. Servicios tales como salud y educación son los primeros que se nos vienen a la mente cuando pensamos en nuestro bienestar general y son también los que más comunican su preocupación en términos de entregar servicios transformacionales que puedan mejorar nuestra calidad de vida.

Pero, ¿qué pasa con servicios que no son evidentemente transformacionales, como los supermercados? Es difícil imaginarse que en nuestro día a día pensemos que un supermercado pueda entregarnos beneficios tales que incidan en nuestra felicidad. Y cuesta más todavía creer que haya supermercados o tiendas de retail que puedan llegar a estar preocupados por esto.

Sin embargo, hay estudios que avalan que los supermercados son una fuente importante de bienestar social, no solo por el acceso que ofrecen a productos y servicios, sino también por el aporte que entregan en ámbitos tales como el de nuestro bienestar individual, nuestra vida social y también el bienestar de nuestra comunidad. En términos de nuestra felicidad personal, mejoran la autonomía y nuestra sensación de ser eficaces en el manejo de nuestras vidas. En cuanto a nuestra felicidad social, nos otorgan un espacio para tener vida en comunidad, encontrarnos con nuestros vecinos e incluso entregarnos un momento de esparcimiento.

En tiempos de pandemia como los que vivimos, lo anterior se hace mucho más evidente. Lo que antes considerábamos como una de nuestras obligaciones, el “tengo que ir al supermercado”, ahora es visto como un escape a la rutina monótona, algo que efectiva y tangiblemente nos hace más felices. Ahora echamos de menos ese espacio de encuentro que nos entregaban. Y para aquellos que, por la pandemia o por eventos vandálicos, se han quedado sin supermercados cerca de sus hogares, el vacío que enfrentan afecta su autonomía, las relaciones que tenían con aquellos empleados que tal vez eran sus vecinos o los hijos de sus conocidos y, por supuesto, su autoconcepción de qué tan eficaces son al tener que perder más tiempo viajando o pagando más caro por los mismos productos y servicios que adquirían antes.

Así, aunque no es evidente, es urgente que la industria se dé cuenta que su rol va más allá de entregar productos y servicios. Lo que ocurre en los supermercados afecta de manera profunda y significativa el bienestar de las personas y aún más en tiempos de pandemia. El llamado es a darse cuenta, empatizar y hacerse cargo del rol transformacional que tienen.

Publicada en El Mercurio.

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