Maradona, mucho más que fútbol

29 de Noviembre 2020 Columnas

La muerte de Diego Armando Maradona ha provocado una serie de reacciones esperables, considerando la dimensión internacional que tenía, desde sus inicios en Argentino Juniors hasta sus años como director técnico. Sin embargo, las expresiones de dolor que provoca en Argentina no se pueden limitar a su rol como futbolista, sino que requieren consideraciones que van mucho más allá de una cancha de fútbol.

Más de alguno podría decir, en la permanente comparación que se hace con Lionel Messi, que Maradona fue el mejor futbolista argentino de todos los tiempos porque ganó un mundial. No obstante, Mario Kempes, campeón con Argentina el año 78, también pudo haber tenido este estatus, aunque claramente no ha estado ni cerca de conseguirlo. Tampoco alguno de los compañeros que lo secundó en la gesta del 86 o en la final de 1990.

La historia de Maradona y su relación con el público argentino parecieran están íntimamente ligadas al conflicto con las Malvinas. En 1982, cuando el mediocampista debutó en España, Argentina jugó el mundial mientras sus tropas se rendían en las islas Falklands. A la humillación de ver a los soldados desfilando como prisioneros de guerra frente a los oficiales ingleses, se agregó la frustración de ver a la selección, que había sido campeona del mundo en 1978, derrotada y eliminada contra Brasil y a Maradona expulsado en ese mismo partido.

A medida que el tiempo fue avanzando, la Junta Militar argentina, que emprendió esta ilusa campaña contra Gran Bretaña, debió dejar el poder y entregarlo en manos de Raúl Alfonsín. Posteriormente, se comenzaron a conocer algunos detalles de la guerra. El mal estado de la tropa, la inoperancia e indiferencia de la oficialidad argentina y la brutalidad de los británicos en el frente de batalla, mitificada en las acciones sanguinarias de los gurkas.

El sueño de reconquistar las Malvinas se esfumaba frente a la superioridad británica. En forma paralela a los tratados de paz que debió firmar una debilitada Argentina frente a los ingleses y chilenos, a quienes habían desafiado en 1978, Maradona se consolidaba en Europa. Luego de un paso por el Barcelona, empezaba a crecer su fama en Italia, específicamente en Nápoles, desafiando a los poderosos equipos del norte.

Después de cuatro años, Argentina llegó al mundial de 1986, sin ser favorito y con muchas dudas respecto al rendimiento del equipo. Pese a todo, Maradona, con 25 años, llegó a México en su mejor momento. Luego de una primera fase, donde venció a Corea del Sur, empató con Italia y derrotó a Bulgaria, la victoria contra Uruguay en octavos, los llevó al enfrentamiento contra Inglaterra por cuartos de final, cargados de esperanzas.

Aquí se consolidó la leyenda. Transcurridos cuatro años de la guerra, los argentinos tenían la posibilidad de enfrentar a los ingleses en un campo de juego con reglas definidas y equiparidad de fuerzas. Aunque los jugadores trataron de quitar dramatismo al encuentro, que la prensa calificaba como la continuación de la guerra de las Malvinas, para los futbolistas albicelestes era la posibilidad, como lo reconoció Maradona, de recordar “a los chicos y las madres de la guerra”.

Consecuente con esto, todo parecía estar permitido. De ahí que el gol marcado con la mano contra los ingleses en el minuto ´51, fuese festejado y festinado, sin ni un poco de vergüenza. Víctor Hugo Morales, famoso por el relato del gol mítico, reconoció que, contra los ingleses, todo valía.

Lo mejor, sin embargo, estaba por venir. Apenas cuatro minutos después, aprovechando que el equipo de Robson  estaba desencajado por un gol viciado, el “barrilete cósmico”, como los cazas argentinos, se lanzó rumbo al arco contrario. Mientras los ingleses intentaban detenerlo, parecieran irse levantando las almas de los caídos: las de las víctimas del crucero Belgrano, las de los fallecidos en la Pradera del Ganso y las de los que no pudieron soportar la derrota y se quitaron la vida. Daba la sensación de que todos juntos empujaron al diez argentino para que pudiera llegar al arco contrario y marcar un gol que quedaría en la historia.

Luego vino el triunfo contra Bélgica y la consagración definitiva como campeones del mundo contra Alemania, por segunda vez en su historia.

La historia de este partido está íntimamente ligada al recuerdo que tiene la mayoría de los trasandinos por Diego Armando Maradona, quien fue mucho más que un futbolista. Por esto mismo, aunque la mayoría de los chilenos no comprenda por qué tanta fascinación y los periodistas nacionales se esfuercen por aparecer conmovidos, jamás podrán meterse en el corazón de quienes, en una cancha de fútbol, sintieron que sus 629 muertos, en cierta forma, habían sido vengados. Finalmente, parafraseando al humorista gráfico Roberto Fontanarrosa hay que comprender que para nuestros vecinos, no importa lo que Diego hizo con su vida, sino lo que hizo con la de los argentinos.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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