Los verdaderos comunistas

25 de Septiembre 2019 Columnas

Los soviéticos, obviamente, tenían falencias clave en su economía y sus libertades personales estaban muy restringidas, por decir lo menos. Pero, curiosamente, parece que hoy en Chile tenemos algo que aprender de los verdaderos comunistas soviéticos de los sesenta: la gestión de su reforma laboral. La idea es simple. Los verdaderos políticos comunistas sí entendían que debían preocuparse de los efectos económicos de sus reformas. No supeditando todo a aspectos económicos, pero tampoco olvidándolos. Los soviéticos, a diferencia de otras tendencias comunistas, tenían la responsabilidad de administrar un país.

Hacia 1960 la Unión Soviética pasó de una semana laboral de seis días a una de cinco.  O sea, de lunes a viernes, sin trabajar los sábados. Era un cambio revolucionario para la época. Obviamente la reforma tuvo una enorme dosis de propaganda, acorde al tiempo y lugar. Pero también tenía menos “tincada” e improvisación de lo que hemos visto en las últimas semanas en el Congreso. Por ejemplo, la reforma soviética se preocupó de mantener las 41 horas de trabajo que había en la semana laboral antigua. No tengo idea si ese número es el “correcto” o no, pero el punto es que los comunistas rusos entendían que la reducción de horas sí tenía efectos en la producción. Sabían que el PIB no es maná que cae del cielo, sino que se genera con trabajo e inversión. Es decir, metieron las consideraciones económicas en la discusión, en vez de esconderlas debajo de la alfombra. Lo segundo a recordar de la reforma soviética es la experimentación y secuenciación de la política. De hecho, antes de la reforma ya había varios sectores de la economía que intentaron alguna versión de la reducción de jornada. Esa experimentación hace que los “guatazos” sean menos fuertes.

¿Por qué preocuparse de esto, si al final el Tribunal Constitucional podría vetar la reforma? Porque todo este periodo de incertidumbre genera efectos en la inversión. De hecho, desde al menos una década que la investigación en economía y finanzas muestra efectos cuantificables de la incertidumbre política. Por eso, es un buen proyecto para Chile encauzar positivamente esta válida discusión sobre el tiempo libre de nosotros, los trabajadores.

Mi propuesta es simple. Que ambas cámaras cumplan el compromiso hecho con el Ministerio de Hacienda. Este decía que, “a partir de enero 2018, el Congreso Nacional instruirá como buena práctica que cada moción parlamentaria del ámbito económico se acompañe —al momento de su presentación— de un informe de productividad”. Con esto se mencionarían y cuantificarían efectos esperados de las mociones en la producción y el empleo. No creo que haya un mejor proyecto para Chile que poner en práctica este compromiso. Y si al Congreso le faltan recursos para implementarlo, ahora es obvio que nos conviene a todos financiarlo ¿Qué esperamos?

Publicado en La Segunda.

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