Los candidatos olvidados

21 de Noviembre 2021 Columnas

A partir de los resultados de las últimas encuestas, pareciera no haber margen para mayores sorpresas en las elecciones de este domingo. Dos candidatos, Gabriel Boric y uno de los candidatos de la derecha, José Antonio Kast o Sebastián Sichel, pasarán a segunda vuelta. Asumida esta realidad, los análisis del futuro presidente de Chile pueden esperar. En tanto, quisiera quedarme con aquellos que fueron quedando en el camino, siendo la mayoría de ellos olvidados o recordados por acontecimientos que están muy lejos de lo que pretendieron.

Quizás el caso más llamativo de esta elección sea el de Franco Parisi, un candidato acorde a los tiempos de la pandemia: virtual. Pero también, un postulante a La Moneda que nos permite recordar que durante siglos fuimos gobernados a distancia. Sin zoom, whatsapp, fax ni teléfono, los monarcas hispanos jamás “cruzaron el charco” y no necesitaron venir a América para gobernarnos. Aunque más que a la figura de un rey de España, Parisi se asemeja más a Orellie Antoine de Tounens que, después de su aventura estableciéndose como rey de la Araucanía y la Patagonia, intentó infructuosamente, desde Francia, recuperar su reinado.

Parisi, además, nos conecta con otros personajes que se vieron tentados por el sillón presidencial sin mayor fortuna. Si retrocedemos hasta el retorno de la democracia, nos encontramos con Francisco Javier Errázuriz, Manfred Max Neef y Arturo Frei Bolívar.

Descendiente del presidente Federico Errázuriz Zañartu (1871-1876), Francisco Javier, de profesión ingeniero agrónomo, era dueño de la cadena de supermercados Unimarc. La explicación de su fortuna la ofrecía él mismo con la historia de los pollitos. Según su propia leyenda, habría partido con algunos, hasta llegar a convertirse en un rico empresario. La candidatura de “Fra Fra” no fue más que una anécdota en una elección entre Hernán Büchi y Patricio Aylwin que era, en realidad, la proyección de la disputa entre el Sí y el No después de años de dictadura.

En las elecciones siguientes, apareció Manfred Max Neef en una carrera donde Eduardo Frei comenzó como ganador. Por aquellos años, el discurso de Max Neef parecía cosa de “hippies” y los problemas ambientales solo nos atormentaban de manera esporádica. Algunos ejemplos, las pruebas nucleares de Francia en el Pacífico y la lucha contra la capa de ozono, cuando nos querían convencer de que el agujero era por culpa de quienes usábamos desodorantes en aerosol. La postura ecológica de este candidato se adelantó tres décadas y hoy podría haber tenido mucho mejores resultados. Junto a él, compitieron también Arturo Alessandri, que consiguió más de medio millón de votos, y José Piñera, a quien no le alcanzó la bencina para llegar siquiera a los 500 mil sufragios.

Las elecciones de 1999 fueron monopolizadas por la estrecha disputa entre Ricardo Lagos y Joaquín Lavín. Aunque el slogan “Viva el cambio” del ex alcalde de Las Condes fue éxito publicitario, la canción de Arturo Frei Bolívar y la frase “uno como usted” quedó grabada a fuego en nuestra memoria. El sobrino del presidente Frei Montalva aparece en el podio de la historia reciente electoral, pero para mal. Ha sido junto a Tomás Jocelyn-Holt y Alejandro Navarro los tres aspirantes con menos votos en una elección presidencial.

Inevitablemente, en la que será una larga jornada, me imagino a estos candidatos marginales el día anterior a la elección soñando con que los astros se alineen para provocar un resultado completamente distinto al esperado por las encuestas. Usando al fútbol como analogía, ser como el humilde equipo Sheriff que derrotó al último minuto al Real Madrid en su propio estadio, cuando las casas de apuestas lo daban por muerto. Sin embargo, aunque la política, al igual que el fútbol, no es una ciencia exacta, los resultados tienen poco margen para las grandes sorpresas. A modo de consuelo para todos aquellos perdedores, la presidencia de una república, más allá de la relevancia que esto significa, también implica un desgaste, sacrificios y dificultades que cambian para siempre la vida de esas personas. Eduardo Frei Ruíz Tagle recordaba en una entrevista: “El momento de gloria de un presidente es entre el día de la elección y el día en que asume. Ahí comienzan los problemas”. Vamos a ver a quién le toca, pero eso ya es parte de otra historia.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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