Libros y Aduanas

24 de Octubre 2017 Columnas

Señor Director:

Cuando se publica un libro en el extranjero, es habitual que las editoriales, dependiendo del contrato, envíen un número determinado de ejemplares al autor. Y es natural que el autor espere con entusiasmo su libro. Pero una vez que los libros llegan a territorio nacional, ese sano y comprensible entusiasmo se convierte en una irritante desazón. En efecto, la magia de palpar el libro se desvanece. Y recuperar los libros se convierte en una engorrosa aventura. Hay que desaduanarlos. En esta etapa no valen las explicaciones. Generalmente se requiere contratar una agencia de aduanas. Y finalmente se deben pagar elevados costos de internación, a los que se agrega el de bodegaje mientras se realizan las gestiones.

Los que firmamos esta carta hemos sido víctimas de este fenómeno. Aunque entendemos que los funcionarios de Aduanas deben cumplir rigurosamente con su deber y las exigencias que les impone la ley, estimamos apropiado y conveniente debatir esta situación. ¿Es necesario imponer esta carga a los libros para los autores cuyo único fin es la difusión? Más aún, ¿es necesario, como nos ha sucedido con otros libros cuyo único objetivo es alimentar la inquietud intelectual, que haya que pagar un elevado costo por su internación? Si la suerte no los acompaña, estos preciados e inofensivos libros pueden caer bajo la categoría de artículos de importación. Y con ello, la maraña regulatoria de Aduanas convierte la llegada de los libros, como lo hemos visto, en una experiencia fastidiosa y onerosa.

*Leonidas Montes junto a Juan Luis Ossa e Iván Jaksic.

Publicado en El Mercurio.

Redes Sociales

Instagram