Puede que tenga razón y que si hubiera sido dicho en el momento, la forma y el lugar adecuado, sus palabras lo hubieran convertido en alguien más cercano a lo que él quiere mostrar: un real liderazgo –con concretos visos presidenciables- al interior de Chile Vamos. Pero, lamentablemente para el senador Francisco Chahuán, no fue la forma, no fue el lugar, no fue el momento y, en realidad, ni siquiera fue el siglo adecuado para decir lo que dijo.
Si nos concentramos en el fondo, el senador hizo una crítica política a los primeros tres meses de gobierno de Sebastián Piñera, en los cuales -a su juicio- no solo no se ha avanzado lo suficiente, sino que hay un estancamiento, sobre todo en cuanto a la resolución de problemas.
Ese es un diagnóstico que efectivamente puede ser compartido por el resto de la clase política. Desde ya, el líder del PC, Guillermo Teillier, fue enfático en celebrar las palabras de Chahuán.
Pero en su propio sector sus dichos no generaron la misma reacción. Aunque hay otros que comparten ese juicio, por prudencia no lo dicen públicamente. Porque el primer error del senador -y digno de un principiante, no de la experiencia que él tiene- fue creer que una reunión con decenas de personas podía considerarse “privada”, algo que no se sustenta de ninguna forma. Con esa cantidad de gente presente y considerando que no necesariamente todos son “Chahuán Lovers”, la posibilidad de que alguien filtrara la cita era prácticamente una bomba de tiempo.
Pero el segundo error y más grave quizás para el futuro político del parlamentario, fue la forma en que planteó su crítica. Todos pueden entender que esté enojado, que en realidad la lentitud en la instalación del gobierno es algo que lo saca de sus casillas, pero parte importante de la política es la diplomacia, las formas y la mesura. Y él lo sabe.
Afirmar que a una ministra debieran haberla “sacado a patadas” de su cargo, justo cuando el país lleva semanas debatiendo sobre el sexismo y la violencia de género, simplemente no resiste ningún tipo de análisis. En momentos en que cayó un decano de una de las universidades más importantes del país, Davor Harasic; cuando el alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín, hizo vigente una ordenanza que prohíbe los piropos, y cuando La Moneda había salido airosa con su agenda de género -que instaló precisamente a la titular del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, Isabel Plá, en el Olimpo de las encuestas-, haber recurrido a la violencia a través del lenguaje contra Alejandra Pérez, es de una imprudencia inconmensurable y cuyos efectos en el futuro político del senador no se conocerán sino hasta un buen tiempo más.
El presidente de RN, Mario Desbordes, llamó a desdramatizar las palabras de su senador y advirtió que estas fueron sacadas de contexto, pues fueron dichas en “una reunión interna donde es normal hablar en confianza y a veces lo mismo que uno dice en su casa se dice de una manera distinta afuera”. Más allá de la falta de habilidad política -mencionada más arriba- lo cierto es que quienes aspiran a convertirse en hombres de peso político en el país no pueden decir esas palabras, en momentos en que la lucha contra la violencia de género es el principal tema de debate nacional. Ni en público ni en privado, así de sencillo. El respeto a las mujeres se tiene o no se tiene. Dentro y fuera de la casa. Así de simple.
Por otra parte, el mensaje de Cecilia Pérez, la vocera de gobierno, también debiera quedar dando vueltas: “Al Presidente se lo respeta”, dijo. Y esa es otra lección que Chahuán debe aprender. El fuego amigo y los francotiradores domésticos históricamente han sido mucho más dañinos para los mandatarios que la oposición. Y ciertamente su futuro no ha sido tan rimbombante como imaginaron, porque su propio sector político terminó condenándolos al ostracismo.
¿En qué están hoy los francotiradores tradicionales de la Concertación y la Nueva Mayoría? No están. Porque tarde o temprano sus pares le pasaron la cuenta por haberse dado gustitos. Y ahora la advertencia la lanzó la UDI, de la mano del diputado Javier Macaya, que le dijo a Chahuán: “no necesitamos nuevos francotiradores del oficialismo”.
Los investigadores de las ciencias sociales han debatido durante siglos respecto de cómo el lenguaje crea realidades (en una de las frases más repetidas durante esta semana). En este caso, lo que le faltó entender al senador Chahuán es que el lenguaje, así como crea, también destruye realidades. Y proyectos políticos, también.
Publicada en
El Mercurio de Valparaíso.