Lavín: local versus nacional

19 de Diciembre 2018 Columnas

La política se vive y se practica en diferentes niveles. En general, los políticos de fuste se hacen en las localidades, esto es, en los espacios donde la lealtad de sus seguidores está anclada en cuestiones de índole personal. Que ello sea así no tiene nada de raro, pues al final de cuentas transformarse en un político nacional requiere mucho más que dinero o presencia mediática; requiere de una legitimidad construida pausada y detenidamente a lo largo de años de experiencias de todo tipo. El político que sabe esperar su oportunidad suele, en otras palabras, tener un mejor augurio que el que responde únicamente a la coyuntura de corto plazo.

Las encuestas son un buen barómetro de lo segundo, pero no de lo primero. ¿Cuántos políticos han cantado victoria antes de lo recomendable luego de verse en las listas de los más conocidos y respetados que, mes a mes, arrojan las encuestas? ¿Cuántos concejales y alcaldes han creído que su fama y reconocimiento local y específico son suficientes para lanzarse a una carrera nacional, ya sea senatorial o presidencial?¿Cuántos, en fin, han hecho uso del discurso fácil y rimbombante al obnubilarse con consejeros desprolijos, más interesados en “sonar” en las encuestas que en la preparación de un relato coherente y de largo aliento?

El caso de Joaquín Lavín (padre) puede ayudar a ejemplificar el punto. No cabe duda, como dijo Carlos Peña hace unas semanas, de que Lavín es un político de a deveras, con un nivel de conocimiento suficientemente alto para soñar con una nueva candidatura presidencial. Con todo, cabe preguntarse hasta qué punto Lavín el alcalde, el de las soluciones pequeñas y vecinales, el que la última CEP resucitó de las cenizas, tiene estampa para llegar a La Moneda. Estuvo muy cerca cuando compitió con Ricardo Lagos, pero falló. Luego no pasó a la segunda vuelta y después perdió una senatorial. ¿Por qué? ¿Por qué no puede traspasar su talante local a la esfera nacional?

Me parece que las alcaldías que ha liderado le han terminado jugando una mala pasada a Lavín. Los problemas de los vecinos de Santiago o de Las Condes no son los mismos que, día a día, enfrentan las regiones o el país entero. Joaquín Lavín es el rey de la solución de la cosa pequeña (el cosismo, como se le conoció a fines de los noventa), pero para llegar a La Moneda se requiere mucho más que eso. Por su puesto, es muy temprano para sacarlo de la lista de los presidenciables. No obstante, algo tendrá que hacer Lavín para sortear la estrategia localista que él mismo inventó y que, al menos esta vez, deberá guardar en el último cajón de los recuerdos.

Publicada en La Segunda.

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