Esta semana, Maduro cumplió. Llueve, truene o relampaguee -había anunciado-, se realizaría la elección. Y así fue. Cerca de las 11:00 de la noche del domingo, la presidenta chavista del Consejo Nacional Electoral, sonriente, anunció lo que todos sabían: que Maduro había ganado. Una pésima noticia para los venezolanos, pero una gran noticia para el mundo.
John Stuart Mill en "Sobre la Libertad" se pregunta si la autoridad debe intervenir y sancionar a un borracho, dado que es un mal ejemplo para el resto de la sociedad. Y su respuesta es clara: el "mal ejemplo" es un "buen ejemplo" de lo pernicioso de su conducta. El borracho perderá sus bienes, su familia y al poco tiempo se le verá en estado calamitoso. ¡Qué mejor ejemplo del daño que produce el exceso de alcohol que un borracho en estado terminal!
Pues bien, con Venezuela ocurre lo mismo. El mal ejemplo que da Venezuela es un "buen ejemplo" del fracaso del "socialismo del siglo XXI". Si no tuviéramos a Venezuela, no podríamos ver el desastre palpable de las políticas chavistas propiciadas por la izquierda radical. Dicho de otra forma, mientras exista Venezuela es menos probable que tengamos un Maduro en Chile. Y eso es digno de celebrar.
Maduro representa la peor mezcla de Allende con Pinochet. El desastre de Allende con la opresión de Pinochet. Se podrán discutir los grados de cada caso, pero es lo peor de ambos. Corrupción, carestía, hiperinflación, diáspora, arbitrariedades, falta de libertad, muertos. Eso es Venezuela hoy. Un producto no solo poco exportable, sino que suficientemente aterrador para extinguir cualquier brote de utopía fuera de su territorio.
La elección del domingo fue el punto cúlmine de un proceso viciado. Con un Congreso elegido de forma espuria. Sin libertad de prensa. Con policía política. Con la mayor parte de los dirigentes políticos de oposición presos o en el exilio. Con partidos proscritos. Con un sistema electrónico trucho (la propia empresa que lo maneja denunció en la elección pasada que lo manipularon). Sin tribunales imparciales. Sin consejo electoral independiente. Con un control de quienes votaron a través del "carnet de la patria". Con todo eso. Y más.
Pero nuestros veedores chilenos no vieron nada de eso. Daniel Jadue se paseó por todos los medios destacando no solo las bondades de la elección, sino que la alegría de los venezolanos de vivir en el chavismo. Nada le dice que se vaya un millón de personas al año...
"La gente votó, respaldó el proceso y en mi rol de observador tengo que señalar que la elección en Venezuela fue legítima", dijo el diputado del Frente Amplio Diego Ibáñez a su vuelta de Caracas. La diputada del mismo bloque, Claudia Mix, señaló que "los venezolanos se manifestaron democráticamente en las urnas". El senador Navarro señaló que "el sistema electoral funciona, es respetado, es creíble, es seguro, es democrático, es universal y secreto".
La izquierda chavista chilena acusa de golpista a la oposición venezolana, cuando el golpe de Estado ya está hecho hace rato. Lo hizo primero Chávez y después Maduro. Y ello no es raro, porque los comunistas no se comen las guaguas, se comen la democracia.
Los pobres venezolanos no solo han perdido a su país, han perdido las esperanzas. Y tienen razón. Es probable que quede Maduro para mucho rato. Si un consejo siguió al pie de la letra Chávez a Cuba, es que a las Fuerzas Armadas hay que cooptarlas. Y así están. Dos mil generales cuidadosamente agasajados son los guardianes de la revolución.
Obiang lleva 38 años al mando en Nueva Guinea, Biya 35 en Camerún, Museveni 32 en Uganda, y así hay muchos ejemplos más. Algunos tienen más prosperidad que otros. Todos tienen en común las fuertes restricciones a la libertad y los atentados a los derechos humanos. Venezuela parece ir en ese camino. No se ve por dónde sacar a Maduro. No hay posibilidad de ganar una elección. Es poco probable un golpe de Estado. Es inviable una intervención externa.
Mientras siga existiendo la dictadura chavista, no solo se muestra al mundo su fracaso, sino que se tensionan las izquierdas en el mundo. ¿Cómo condenar? ¿Cómo apoyar? Genera una cuña entre los demócratas y los totalitarios, e incomoda a todos. Eso lo vemos también en Chile. Al interior del Frente Amplio. Al interior de la ex Nueva Mayoría. Y es la mejor noticia para Chile Vamos. Mal que mal, es claro que "Chilezuela" le aportó un par de puntos a Piñera en la última elección.
La frase "larga vida al rey", dicha por primera vez en Inglaterra en el siglo XIII, sigue más vigente que nunca. Con otro sentido, pero con el mismo fin. Pobres venezolanos, han perdido su país. Pero Latinoamérica ha ganado una especie de seguro.
¡Larga vida a Maduro!
Publicada en
El Mercurio.