La tranquilidad del fin

20 de Diciembre 2020 Columnas

Un gobierno con niveles de aprobación de un dígito puede sentirse verdaderamente libre: ya no puede estar peor y, por tanto, debiera actuar según sus convicciones y hacer lo que crea necesario. La partida del ex ministro Desbordes y de Sebastián Sichel confirma el escenario que dominará a partir de ahora: el proceso constituyente y el ciclo electoral dejarán al Ejecutivo en un cómodo segundo plano, donde sus únicas prioridades ineludibles serán el manejo de la última etapa de la crisis sanitaria y la recuperación económica.

En la primera quincena de enero los candidatos a la Convención Constitucional quedarán inscritos y su suerte dependerá de ellos mismos y de los partidos que los respalden. Un gobierno y un presidente con niveles de respaldo famélicos lo mejor que podrían hacer es mirar desde la distancia. Y lo mismo vale para todas las demás contiendas electorales, incluida la presidencial a fines de 2021. Si la aprobación del gobierno no mejora significativamente en los próximos meses, sus propios partidarios le van a rogar prescindencia.

Desde una lógica fríamente funcional, que la crisis sanitaria se prolongue en el tiempo, pero con el momento de la vacunación ya iniciándose; que la reactivación económica siga su curso, con el precio del cobre como en sus mejores días; y que tanto el proceso constituyente como el ciclo electoral dejen al gobierno en un rol secundario, paradójicamente puede ser para La Moneda el escenario ideal. Con la atención y la tensión política desplazándose hacia desafíos políticos donde no será protagonista, con la puerta de salida a la crisis sanitaria en el horizonte, con la oposición sin remedio fracturada, no es ingenuo pensar que para Sebastián Piñera el año que se inicia difícilmente será peor que este.

En general, los números confirman que la aprobación de los gobiernos tiende a mejorar en el último año de gestión. En este caso además juegan a su favor el arribo de las vacunas contra el Covid y sus implicancias sobre la economía global y local. En contra, sin embargo, tiene un generalizado clima de desconfianza, el deterioro institucional y el riesgo de que la normalización de las actividades reimpulse las movilizaciones sociales y vuelva a extenderse la violencia. Pero, esta vez, al menos habrá sectores de oposición que verán en esa posibilidad una amenaza a su propio posicionamiento frente a los desafíos electorales y al proceso constituyente.

Cuando se acerca el final y la atención política se desplaza hacia otros, cuando las expectativas sobre ti son tan bajas y los niveles de desaprobación tan altos, algo de calma y de sana resignación debiera flotar en los ambientes de Palacio. Entre otras cosas, porque por insólito y surrealista que parezca con todo lo que ha ocurrido en el último año, este segundo gobierno de Sebastián Piñera tiene muchas más probabilidades de asegurar la continuidad de su sector en el poder que su primera administración.

Publicada en La Tercera.

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