La Patria

5 de Septiembre 2019 Columnas

Leo las noticias y Donald Trump estaría pensando en eliminar la ciudadanía estadounidense por nacimiento. Es decir, con criterio territorial. En Chile, durante muchos años, rigió la ley de ciudadanía por territorialidad. Esto implicó un duro golpe anímico a muchos chilenos exiliados a los que se les negó la nacionalidad a sus hijos nacidos en el extranjero. Otros países, Alemania, por ejemplo, tienen ley de consanguinidad. Es decir, son alemanes aquellos niños hijos de padres alemanes y no ipso facto aquellos que nacen en territorio alemán. La ley de sangre deja así fuera de la nación a todos aquellos chicos nacidos en Alemania de padres extranjeros. Tal como sucede desde aquellas primeras oleadas de inmigrantes turcos (se les llamó trabajadores invitados) que se integraron a las clases trabajadoras por la década de los 60.

A la luz de estas leyes y los grandes movimientos migratorios, vuelven las eternas preguntas. Además, se acercan las Fiestas Patrias y bien cabe entonces pensar: ¿Qué es la patria? ¿Qué es ser chilenos? ¿Quiénes tienen cabida y quiénes no? Las leyes dictan ciertos caminos a seguir… pero de alguna manera sentimos que hay siempre algo más.

¿Qué es la patria? Cada mes de septiembre parece que volvemos a ofrecer las mismas viejas y simplonas respuestas: una bandera, cueca, vino y empanadas. Pero Trump, con sus medidas extremas, nos obliga a repensar la patria. ¿A quiénes dejamos fuera? ¿A quiénes adentro? ¿Qué es, al fin y al cabo, eso que llamamos Patria? La RAE la define como: “Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos”. Yo añadiría: un lenguaje y su sonoridad, un olor impregnado desde la infancia, una mirada acostumbrada a la lontananza, un libro quizás.

La ligazón es algo que se construye día a día, que se transforma, que va mutando. Preciso es construir ligazones que vayan más allá de simples simbolismos manidos. Habrá que legalizar, qué duda cabe, no sé si a lo Trump, pero no se puede evitar el que nuevos compatriotas nazcan con pelos crespos más que “parados” y que nuevas sonoridades se mezclen a nuestro “acento chileno”. Personalmente, apuesto por un quehacer en que los tres elementos definitorios de la RAE se unan: lo jurídico, lo histórico y lo afectivo.

Hace 16 años, un extraño y en parte cruel cruce de leyes decretó que mi hija nacida en Alemania fuera apátrida. La ley chilena territorial (recién cambiada con la reforma constitucional del 2005) más la ley de sangre alemana, marcaron sus inicios en este mundo como un sujeto sin patria. Recuerdo que mi primera reacción fue de estupor y de dolor. Hago un flashback y me veo a mí misma saliendo del consulado chileno en Frankfurt con una guagua apátrida entre mis brazos.

Luego, Facundo Cabral y una bella melodía vendrían en mi ayuda para sobrellevar el peso de dos leyes que, a mi juicio, ejercían violencia: “No soy de aquí ni soy de allá, no tengo edad ni porvenir, y ser feliz es mi color de identidad”.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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