No se trata de un “remake” de la serie ochentera que protagonizaron el señor Roarke y su fiel asistente Tattoo, sino de un fenómeno que está afectando a la política nacional y del que nadie –oposición ni oficialismo- parece quedar fuera: cada actor está en su propia isla y, muchas veces, esta tiene muy poca relación con la realidad o siquiera sintonía con la porción de tierra del vecino.
Cada uno está encerrado en sus propios problemas, proyectos y conflictos, sin capacidad de negociación y sin darse cuenta de que los llaneros solitarios, en un Congreso multipartidista y proporcional, no tienen ningún futuro, menos cuando la “parrilla programática” apunta a temas tan disímiles como el Día Nacional del Rock –con canción del diputado Florcita Motuda incluida, en pleno hemiciclo-, la decisión de la UDI de presentar un nuevo requerimiento ante el Tribunal Constitucional por el protocolo de aborto o la tensión de la ex Nueva Mayoría ante el nombramiento en la Corte Suprema.
Así, la ciudadanía una vez más aparece como espectadora de una especie de ensalada surtida de temas inconexos, donde los únicos ejes en común parecen ser la imposibilidad de llegar a acuerdos –esos mismos que el Presidente Sebastián Piñera intentó transformar en el sello de su gobierno-, el constante intento por remar cada uno para su lado y la oposición a todo. Da lo mismo el lugar en el espectro político, ni siquiera importa si como oficialismo, parte de su trabajo es respaldar al gobierno. La realidad dice otra cosa.
Así, esta semana el menú incluyó señales claras de la crisis adolescente que afecta al Frente Amplio, precisamente en el lugar en el que comenzó su idílica aventura: Valparaíso. Ahora el conglomerado comienza a enfrentarse por temas tan propios de la “política tradicional” que dicen detestar, como la forma en que definirán las candidaturas municipales para una elección para la que todavía faltan más de dos años.
Todo esto en un escenario en que el único alcalde de sus filas, Jorge Sharp, está recibiendo críticas por su gestión. La luna de miel se acabó y el jefe comunal se ha dado cuenta de que “otra cosa es con guitarra”, pero además, se ha podido convencer de que no hay peor flanco que el fuego amigo.
En la vereda de la ex Nueva Mayoría tampoco hay un relato común. Las diferencias ahora se hicieron aún más evidentes entre el PPD y la DC, que cuestionaron duramente a sus pares del PS por haber desconocido el acuerdo para respaldar la nominación de Ángela Vivanco como nueva integrante de la Corte Suprema. Finalmente, la magistrada fue electa pese a los reparos socialistas -cuya gestación al parecer estuvieron de la mano de las presiones del Frente Amplio- y la abstención de José Miguel Insulza, pero los trapitos sucios continuaron saliendo al sol en una pelea chica que el chileno no comprende ni le importa. En tanto, en el planeta Bachelet, la exmandataria daba rienda suelta a su agenda feminista en la Universidad de Chile, haciendo caso omiso de lo que sucedía en su conglomerado. Paradójico, al menos.
El oficialismo, por su parte, también pareció dedicar esta semana a las discusiones de bolsillo. Mientras la UDI define si el protocolo de aborto va al Tribunal Constitucional o no, con un RN que, como tantas otras veces, deambula entre el sí, el no y el quizás, pero que finalmente mantiene al conglomerado inmerso en una discusión de la que el Presidente intenta quedar fuera. Sobre todo considerando que el famoso protocolo le ha significado un flanco permanente desde que asumió hace cuatro meses.
Ahora, además el Mandatario ha debido hacer frente a los francotiradores internos y a la discusión por el proyecto que intenta eliminar la gratuidad a quienes sean autores de destrozos en tomas de recintos educacionales, proyecto que presentaron esta semana los diputados UDI Javier Macaya y Osvaldo Urrutia, y que causó diferencias inmediatas al interior de la coalición de gobierno: mientras el Presidente Piñera lo respaldó, el ministro Gerardo Varela guardó distancia y algunos diputados de RN criticaron la propuesta, por considerar que la educación es un derecho y, como tal, no se puede quitar como si fuera un premio.
En este escenario, el diputado Raúl Alarcón -más conocido como Florcita Motuda- decidió innovar y ponerse a cantar en plena votación del proyecto de ley que estableció el 15 de agosto como el Día Nacional del Rock. Paradójicamente, su pieza musical causó mayor debate que todo lo anterior en redes sociales, en medio de estas islas fantásticas en que cada partido y conglomerado funciona desde su propia esquina. En este remake, solo falta que aparezca Tattoo y grite “¡El avión, el avión!”.