La historias de UC3 Nautilius y el Flash, dos submarinos unidos por la desgracia

18 de Septiembre 2017 Columnas

Durante estos días, Europa se encuentra conmocionada por la historia de Kim Wall, periodista sueca. Wall, que se desempañaba como reportera free lance, había fijado su atención en el ingeniero aeroespacial Peter Madsen, un danés que luego de amasar una fortuna con la elaboración de cohetes espaciales, había emprendido la tarea de financiar, diseñar y construir su propio submarino, el UC3 Nautilius.

Una nave única en su tipo, se trataba del submarino particular más grande del mundo. Estaba diseñado para ser tripulado por doce personas, aunque podía ser conducido sólo por Madsen, que conocía hasta el más mínimo detalle de su particular Frankenstein acuático.

No cabe duda de que se trataba de una gran historia. Por eso Kim Wall visitó a Madsen y se embarcó con él en el puerto de Copenhague. Hasta ahí todo transcurría de manera normal, hasta que al día siguiente, Madsen fue encontrado como naufrago flotando en la costa danesa. Después de recuperarse, contó su particular versión de los hechos: La periodista decidió desembarcar en una isla a la media noche, posteriormente, el submarino sufrió un desperfecto y se hundió. El relato se comenzó a caer a pedazos cuando el cuerpo de la mujer apareció decapitado en la playa de una isla danesa. Madsen cambió su versión, aseguró que la mujer se golpeó la cabeza y murió de forma instantánea, él se asustó y decidió hundir la nave ante el peligro de que lo inculparan injustamente. Las evidencias de la víctima demuestran lo contrario. La misma frialdad que ocupó para crear su nave la aplicó en cortar y deshacerse de la joven periodista, pero sin éxito. El caso sigue sin ser resuelto del todo, porque el danés se niega a dar otra versión y las pruebas del submarino fueron borradas por efecto del mar.

La truculenta historia de Madsen nos transporta a Valparaíso hacia 1866, cuando frente a la amenaza de la escuadra española, el alemán Karl Flash decidió defender su patria adoptiva creando un submarino, en una época donde no existían más de cinco en el mundo. Inspirado quizás por Leonardo Da Vinci, Flash se adelantó a las historias de Julio Verne y armó una nave que se constituyó en el primer submarino de Hispanoamérica.

Hecho de fierro, la embarcación medía aproximadamente dos metros y medio y era impulsado por dos hélices que eran activadas por intermedio de pedales. Se hundía a través de un sistema de contrapesos y su armamento consistía en dos cañones. De acuerdo a los estudios del ingeniero, estaba preparado para permanecer hasta ocho horas bajo el mar.

Aleonado por un par de pruebas exitosas, el alemán decidió hacer una demostración pública de su invento. En una muestra de confianza y temeridad, decidió sumar a su hijo, de tan solo catorce años, como miembro de una tripulación que, se suponía, iba a hacer historia. Su testarudez lo llevó a cometer un error que sería fatal: se negó a que a su submarino se le amarrara un boya que habría permitido dar fácilmente con su ubicación.

Frente a un centenar de porteños que observaba entusiasta la hazaña, y a su mujer que veía con preocupación las locuras de su marido, el Nautilius chilensis se hundió en la costa de Valparaíso para no volver a emerger nunca más.

El día 4 de mayo, después de la fatídica demostración, El Mercurio de Valparaíso informó: “Ya está perdida toda esperanza; aquellos desgraciados han perecido víctima de su arrojo y de su falta de previsión (…) El constructor de la embarcación es un padre de siete hijos, el mayor de los cuales tendría unos catorce años, y lo acompañaba en su arriesgada empresa. Queda una viuda en el más absoluto desamparo. Esto es desgarrador”, decía la crónica.

La frontera entre la genialidad y la locura es muy delgada. Todas las pruebas indican que Madsen es un asesino, mientras que Flash fue un homicida culposo. Su vanidad y negligencia se llevó al fondo del mar a diez hombres, entre ellos, a su hijo. Pese a diversos intentos por sacarlo a flote, la realidad indica que el primer submarino chileno yacerá para siempre en el fondo del mar, junto con el sueño de hacer historia.

Publicado en El Mercurio de Valparaíso.

Redes Sociales

Instagram