La esclavitud en Chile y un pasaje olvidado de nuestra historia

15 de Junio 2020 Columnas

La muerte de George Floyd ha vuelto a abrir una herida que en Estados Unidos jamás se ha cerrado, provocando reacciones extremas como la destrucción de estatuas o eliminación de películas que tocan el tema de la esclavitud.

Si nos trasladamos en el tiempo y espacio hacia Chile, pareciera que nuestra historia republicana resulta inmune frente a este tema, más aún, cuando observamos que Chile fue uno de los primeros países en los que se prohibió la esclavitud. El año 1811, José Miguel Carrera promulgó la ley de libertad de vientres y doce años después, la esclavitud fue abolida de manera completa por iniciativa de José Manuel Infante. De esta forma, Chile se puso a la vanguardia de otras naciones consideradas más modernas.

Frente a este hecho, vale la pena preguntarse cuáles fueron las razones que llevaron al gobierno de la época a tomar esta determinación, sobre todo porque, comparando con otras leyes, vemos que hemos sido más bien bastante retrógrados.

Un factor que permite explicar el fin de la esclavitud en Chile y su permanencia en Estados Unidos hasta 1865 tiene directa relación con la economía. Los antecedentes históricos demuestran que la ausencia de mano de obra esclava en nuestro país se debió, en especial, al alto valor que tenían los esclavos africanos, siendo que existían otros regímenes menos abusivos y más económicos, como ocurrió con el inquilinaje.

En términos generales, la realidad indica que esta falta de relevancia, desde el punto de vista económico, más que un tema ideológico, fue clave para promover el fin de la esclavitud en Chile. Otra habría sido la realidad si hubiesen ocupado un rol preponderante, como sucedió en sur de Estados Unidos o Brasil.

No obstante, una acuciosa investigación realizada por José Luis Alonso Marchante en “Selk´nam. Genocidio y Resistencia”, recoge uno de los pasajes menos conocidos y vergonzosos de nuestra historia: la repartición de selk´nam en Punta Arenas a fines del siglo XIX. El cronista de El Chileno, publicada los días 8 y 9 de noviembre de 1895, denunció este hecho:

“En los días, 7, 8 y 9 de agosto, se llevó a cabo el doloroso i salvaje espectáculo que en Punta Arenas se ha llamado el REMATE DE INDIOS, en medio de las escenas más desgarradoras que he visto en mi vida. Los amigos del gobernador (Manuel) Señoret recibieron para su servicio uno o más pequeños esclavos. Siento oprimida mi alma por el recuerdo de aquellas escenas cuando las evoco al escribir estas líneas. Al comprender que les arrebatan a sus hijos, los indios salieron de su habitual serenidad y dócil placidez, y dando gritos horribles, con ademanes desesperados, trataron de defender sus criaturas. Cada niño arrebatado originaba una escena (…) Horrorizado y sin hallar medio de protestar contra aquellas iniquidades que la autoridad habia decretado, me retiré a mi alojamiento, y allí vi todavía, desde la ventana, a dos hombres que arrastraban a una niña como de ocho años”.

Este y otros testimonios llegaron a oído de las autoridades y el tema fue objeto de debate en el Senado. Asimismo, la Corte Suprema de Valparaíso ordenó al juez de Magallanes abrir una causa para esclarecer los hechos. Sin embargo, nadie fue sancionado, lo que no fue impedimento para que Señoret se viera obligado a renunciar un año más tarde.

El drama de lo selk´nam no acabó ahí. Fueron confinados a isla Dawson al “cuidado” de los salesianos, donde fueron pereciendo producto de las malas condiciones, enfermedades y, seguramente, la pena. Otros, en cambio, fueron cazados igual que animales por los estancieros que, luego de matarlos, debían cortarles las orejas como garantía del trabajo realizado y recibir a cambio una libra esterlina.

La mejor forma de honrar a estos pueblos o acontecimientos como la esclavitud en Estados Unidos, no es escondiendo hechos ni derribando estatuas, sino revisando la historia de la forma más objetiva posible y sin más juicios que el de sus propios contemporáneos.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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